Adriana Moran - LA CONDICIÓN



Del mismo modo que ningún opositor al gobierno medianamente sensato podría oponerse a la búsqueda de mejores condiciones electorales, mucho menos alguien que se considere a sí mismo y sea considerado por los demás un dirigente político, podría subestimar la mejor de las condiciones posibles cuando ya la tiene en sus manos. 
Luchar por un ente electoral equilibrado, por la habilitación de candidatos y partidos, por evitar el ventajismo oficial o por tener supervisión internacional confiable es una pelea válida y el apoyo de una comunidad democrática fuera de nuestras fronteras puede ser determinante para conseguir una o algunas de las condiciones anteriores. Sin embargo, hay una condición que la comunidad internacional no puede conseguir y que es a la vez la única que el gobierno no podría darnos aunque quisiera. 
Una condición que es nuestra desde hace tiempo y que es nuestra fortaleza. Una que no surgió de ningún acuerdo político ni negociación ni apoyo foráneo sino que se fue fraguando desde las entrañas mismas de un pueblo que se cansó de sufrir los embates de un régimen autoritario que de a poco le fue quitando no solo las ilusiones de lo que le prometió que le daría y no le dio, sino incluso lo que tenía antes de esas promesas para dejarlo despojado de todo. Y esa condición es nada más y nada menos que ser la mayoría capaz de expresarse en contra del régimen opresor en las urnas para poner en evidencia que su autoritarismo no tiene pueblo. 
Ser la mayoría que se le opone es la mejor de las condiciones electorales posibles porque aún teniendo todas las demás a las que aspiramos, sin ésta no tendríamos ninguna oportunidad. Es la única que el régimen ya no puede conseguir para sí mismo y que no podrá quitarnos a menos que dejemos que sus tretas para dividirnos y desmotivarnos a ejercer ese poder tengan éxito. Por eso, podemos dar muchas discusiones acerca de las condiciones necesarias para enfrentarlo en las parlamentarias y en todas las elecciones que vengan, pero lo que no podemos hacer, a riesgo de quedarnos sin nada, es olvidar que la más valiosa de todas las condiciones, la imprescindible para tener oportunidad de triunfar, la de ser la mayoría que ellos no son, es toda nuestra.