La que se pensó iba a ser la salida
política al estallido social, la aprobación de un plebiscito que
decidirá en abril la apertura hacia una Nueva Constitución que
sustituya a la de 1980 puede resultar, de acuerdo al objetivo
trazado, un remedio peor que la enfermedad. Solo ha postergado un
conflicto que, todos pronostican, se agravará en los tres primeros
meses del 2020.
El llamado “estallido social” de
fin de año no se planteó originariamente el tema de una Nueva
Constitución. Los partidos, sobre todos los de izquierda, lo sacaron
del cajón de los recuerdos con el objetivo de abrir cauces políticos
a movilizaciones que estaban lejos de controlar. Lo que no
programaron fue que ese plebiscito, celebrado con el pomposo título
de “acuerdo político nacional”, iba a alterar todo el paisaje
político chileno. Esa es la opinión al menos de dos destacados
comentaristas: Gonzalo Rojas, representante de la derecha-derecha y
Eugenio Tironi, de la centro-izquierda. Habría sido interesante
introducir en este texto la opinión de alguien de la
izquierda-izquierda, pero ese sector padece por ahora de sequía
mental.
La opinión de Rojas es aparentemente
pesimista para la derecha. Aunque de acuerdo a las posiciones que el
publicista representa, es más bien optimista. Veamos:
Para Rojas, el acuerdo en torno al
evento plebiscitario ha sido una victoria de la izquierda por sobre
la coalición gubernamental. Esa izquierda (Rojas habla de izquierda
sin hacer diferenciaciones) ha logrado dividir a los dos partidos
principales de “Chile Vamos”, la UDI y RN, “sembrando el germen
de la división más rotunda que pueda experimentar un partido en su
interior: la desavenencia sobre el contenido de las normas que
fundamentan la democracia” “Efectivamente” - afirma- “no
puede haber cosa más grave para una colectividad que el hecho de que
sus parlamentarios estén divididos sobre votar “Apruebo” o
“Rechazo” el próximo mes de abril, lo que significa obviamente
“quiero cambiarlo todo” versus “quiero mantenerlo todo”.
Según Gonzalo Rojas lo que unía a la
UDI y a RN era el principio constitucional. Sin ese principio la
unidad ya no se justifica. Por eso vaticina: “cuando avance la
campaña para el plebiscito, tanto la UDI como RN se seguirán
quebrando en dos sectores (….) enfrentados por la concepción de la
persona humana, el Estado subsidiario o el rol de las Fuerzas
Armadas. Y esa quiebra, que durante el periodo constituyente será
solo una fractura, puede convertirse para la UDI y para RN en
auténtica insolvencia después de las elecciones parlamentarias de
2021”.
Ante esa situación, Rojas cree ver
confirmada una de sus tesis, a saber: que la derecha, de ahora en
adelante, deberá dividirse en tres partidos. Hacia la derecha
extrema, los republicanos. Hacia la derecha -centro, Evópoli.
Los republicanos integrarán a gran parte de la UDI y Evópoli a lo
que quede de RN. Ese desplazamiento abriría el paso, según Rojas, a
una tercera tendencia, la socialcristiana.
En breve: lo que está proponiendo
Gonzalo Rojas es una suerte de frente amplio de derecha dividido en
tres franjas, todas unidas en contra de “la izquierda”. Cabe
deducir entonces que, más que un vaticinio, el de Rojas parece ser
un proyecto estratégico. De hecho avista una oportunidad para un
recambio ideológico en el campo de “las derechas” en donde, en
virtud de la zanja que abrirá el plebiscito, los republicanos saldrían muy fortalecidos pues de hecho pasarían a convertirse en
herederos de las tradiciones portalianas (léase pinochetistas) y en
depositarios del legado ideológico de Jaime Guzmán. Una derecha pura
y dura subordinando a la centro –derecha. En otras palabras: un
desplazamiento según el cual la hegemonía ya no residiría en la
centro -derecha sino en la derecha –derecha. Visto así, el
estallido y su corolario, el plebiscito por el cambio constitucional,
laboraría a favor de la reconstitución de la derecha. De tal modo,
lo que presenta Rojas como un triunfo de la izquierda sobre “las
derechas” puede ser revertido y convertirse, después del
plebiscito y de cara a las parlamentarias del 2021, en un triunfo de
la derecha dura en contra de la derecha blanda y sobre esa base, en
un triunfo de las derechas en contra de “la izquierda”:
El análisis de Eugenio Tironi es algo
más diferenciado que el de Gonzalo Rojas. Por de pronto coincide en
un punto con el opinador derechista: “La UDI casi fue excluida del
gobierno de cierto modo; o sea, hoy día, el principal partido de
gobierno es el Evópoli”. También coincide en que la fractura del
bloque gubernamental ocurre frente a diferentes posiciones con
respecto al reto constitucional: “mientras la UDI rechaza una nueva
Constitución, RN decide libertad de acción y Evópoli está a
favor”. En lo que Tironi no coincide con Rojas es que él no ve a
la izquierda como un bloque monolítico y unitario. Por el contrario:
esa izquierda, como consecuencia del “estallido”, aparece más
fragmentada aún que la derecha.
El Partido Comunista pasó la raya
roja. En lugar de mantener un mínimo de solidaridad con la
centro-izquierda donde pisaba con un pie, se sumó a las posiciones
más extremistas de la izquierda excéntrica (lejana al centro)
representada en el Frente Amplio, lo que convierte en una
imposibilidad el mantenimiento de una vinculación, aunque sea
indirecta, entre el PC y los socialcristianos. De este modo se abren
las condiciones para la formación de una centro- derecha
(democristianos más Evópoli) la que podría articularse en diversos
puntos con la centro- izquierda (PS más PPD y algunos fragmentos
socialdemócratas del FA).
Concluyendo:
1.
De acuerdo a los dos autores mencionados
ha quedado claro que el
ganador inmediato de los “estallidos” de 2019 no ha sido la
izquierda sino la derecha más alejada del centro representada en los
republicanos de Katz convertidos en un polo de atracción magnético
que atraerá
a la UDI y a los sectores más derechistas de RN.
2.
Para Gonzalo Rojas, lo que él
llama triunfo de la izquierda es en realidad el triunfo de la derecha
más recalcitrante.
Para Eugenio Tironi en
cambio, puede ser el
triunfo
de la centralidad política en tanto se abre un arco situado
sobre un un campo de arenas movedizas en donde son posibles diálogos
y concertaciones que involucran desde el Evópoli
hasta los socialistas, pasando por la DC y el PPD.
3.
La izquierda excéntrica puede quedar muy
desconectada. De hecho no
es un polo magnético hacia la izquierda como son los republicanos
hacia la derecha. Solo podrían establecer una conexión con la
centro- izquierda
si determinados caudillos del PS, en su afán por lograr poder de
calle y/o
de voto, se abrieran aún
más hacia la izquierda.
4.
El plebiscito de marzo determinará la nueva correlación de fuerzas
entre izquierdas
y derechas
vistas en bloques
conjuntos.
Por eso, antes
de que comience a tomar forma la campaña
plebiscitaria, todo
el mundo sabe que lo que menos importará en ese trance será la
Nueva Constitución a
la que a
casi nadie interesa y muy pocos leerán.
Si triunfa el
“sí”, ocurrirá algo políticamente previsto por los demiurgos
de la opción plebiscitaria. Si llegara a triunfar el “no”, o, si
simplemente “ese no” perdiera por pocos
votos, tendrá lugar una
crisis de grandes proporciones en el campo de la izquierda. Lo cierto
es que todavía nadie sabe para quien trabaja. Si
el “no” llegara a obtener un buen resultado no sería
la primera vez en la historia de Chile en que las acciones de la
izquierda terminarían por
favorecer a las derechas
más extremas y militantes.
Aunque
es verdad que los capítulos de la historia nunca se repiten, no
menos
verdad es que muchos de sus capítulos se parecen entre
sí.
Referencias:
Gonzalo Rojas: “RN y la UDI
quebrados”
Eugenio Tironi:
“El diagnóstico”
https://www.emol.com/noticias/Nacional/2019/12/15/970499/Tironi-estallido-social-evopoli-izquierda.html