Adriana Moran - LA NÁUSEA




Por supuesto que es difícil controlar la náusea. Que los que con infinita tristeza hemos visto como desangraron a un país y se llenaron bolsillos propios y extraños con la miseria de millones no podemos dejar de ver en otra denuncia de saqueo de lo que debería ser de todos, una prueba más de la miseria humana y esta vez de parte de quienes dicen representarnos. Que sin siquiera ver una luz al final del largo y oscuro túnel éste se sigue estrechando para poner una vez más a prueba nuestras fuerzas y nuestra decisión de salir hacia un lugar en el que podamos respirar una bocanada de aire limpio. 

Pero la náusea no sirve de nada. Ni el quejido. Y mucho menos sirve pensar que porque unos terminaron por demostrar para mal de qué están hechos ya todo está perdido, como tampoco sirve resumir en una generalización nacida de la furia a todos los que pueden jugar un papel en este juego que jugamos porque estamos obligados a construir una salida. Hay que evitar que esa trampa concebida en los extremos para hacernos creer que nada sirve acabe con las esperanzas que nos quedan a los que todavía creemos que un tránsito hacia la democracia es posible. 

Un régimen que teme ser enfrentado electoralmente y que ha logrado mantenerse porque lo amenazaron sin tener la fuerza necesaria en el único terreno en el que podía ganarnos, sigue teniendo el mismo miedo. Seguirá poniendo mil trampas para alejarnos de la verdadera lucha que puede derrotarlo. Amplificará nuestros gritos, se aprovechará de la indignación, reproducirá mil veces el asco que algunos hoy quieren que sintamos por todo y por todos para que nos demos por vencidos. Lo seguirá haciendo todo para evitar que nos organicemos y le demos forma a esa inmensa fuerza electoral que podemos ser. 

Maduro tratará de evitar a toda costa que seamos capaces de pasarle por encima a los que lo hicieron muy mal para seguir adelante con los que quieren y pueden hacerlo muy bien. Tratará de impedir que recojamos ese anhelo mayoritario de salir de esta pesadilla en paz yendo a dar la pelea en el único sitio en el que no nos quiere porque ahí no nos puede ganar. Y vamos a ir. A pesar de la náusea.