Adriana Moran - EL ARMA NO SECRETA DE MADURO



“... los venezolanos no vamos a tener “las condiciones ideales" para ir a elecciones, ha quedado demostrando que abstenerse en estos procesos para lo único que ha servido es para que el chavismo siga en el poder.” (Pedro Nikken. Encuentro en la UCAB, diciembre 6, 2019). 

Mientras algunos dirigentes opositores recorren por enésima vez el mundo para alertar del peligro que significa el régimen terrorista que tiene azotadas a Venezuela y a América, poniendo en riesgo la paz del continente, Nicolás Maduro sigue sentado en Miraflores custodiando su más poderosa y ni tan secreta arma. Una que no tiene nada que ver con ráfagas de fuego, ni carteles de narcotráfico ni asociaciones perversas con movimientos guerrilleros. Un arma tan poderosa que se da el lujo de exhibirla, de vez en cuando, para mantener viva la furia de sus oponentes y para desatar entre quienes le adversan los más crueles despellejamientos y divisiones que le aseguran que podrá seguir instalado en el poder a pesar de haber convertido un país que un día caminó hacia la prosperidad, en un país miserable del que millones huyen. 

Nicolás sabe que mientras Tibisay y su séquito sigan sentados en el escritorio del órgano electoral, y esté viva la imagen de las horas de espera frente a una pantalla congelada que muestra una baranda vacía, sus adversarios políticos no podrán tocarlo. Que mientras el miedo y la rabia sean tan fuertes que unas señoras que en cualquier otro contexto podrían parecer comunes y corrientes aparezcan a los ojos de su oponente como la misma reencarnación del mal, podrá seguir al frente de su destartalado gobierno y del destartalado país. Que mientras los que somos muchos más sigamos creyendo que no valemos nada ante el poder casi sobrenatural de esas féminas para convertir derrotas en triunfos y triunfos en derrotas, su silla para seguir presidiendo la tragedia estará asegurada. 

Y es cierto que debemos intentar renovar ese poder electoral sumiso al gobierno. Que parte de nuestra lucha debe estar destinada a adecentar ese órgano electoral y a intentar nombrar uno con el que nos sintamos confiados. Como también es cierto que Nicolás no va a renunciar así como así a su arma destructora de voluntades y su máquina más eficiente para fomentar la abstención que lo sostiene. Si no somos capaces de reconocer y espantar los fantasmas que tan hábilmente fueron creando para nosotros y enfrentarlo como lo que es: un poder al servicio del autoritarismo que nada podrá hacer si las mayorías deciden enfrentarlos en las urnas que no custodian solos, entonces tal vez, no estamos preparados para triunfar.