A la revista digital POLIS –
censurada por Facebook por incomprensibles razones - llegaron
recientemente sendos artículos de autores a quienes por su
ponderación y capacidad de análisis guardo personal estimación. Me
refiero a Trino Márquez y a Simón García.
Dos artículos coincidentes en
diversos puntos con los cuales el autor de esta páginas en muchas de
sus líneas también coincide. Entre ellas: a) La necesidad de poner
en forma un centro político frente a dos extremos, uno representado
por el régimen y el otro por una fracción descentrada de la
oposición (golpista e invasionista) b) La necesidad de restablecer
una relación entre objetivos y rutas c) La necesidad de incentivar
el diálogo como medio de comunicación política y d) La defensa del
liderazgo frente a los brutales ataques que Guaidó recibe de ambos
extremos.
En diversos textos me he expresado
sobre esos puntos. Con respecto a la formación de un centro político
he señalado que hay que diferenciar entre un centro geométrico
formado espontáneamente por la aparición de dos extremos, de un
centro partidario formado por partidos o iniciativas que se dicen de
centro, y una centralidad hegemónica que surge del reconocimiento de
las vías más adecuadas al momento político en que se vive.
Con respecto a la relación
objetivo-ruta, he planteado que el mejor camino para destruir una
alternativa es trazar objetivos sin ruta. Que proponer una triada en
donde la celebración de elecciones aparece en último lugar mientras
en primer lugar es propuesta una insurrección (cese de la
usurpación) ante la que no existen medios para llevarla a cabo,
linda con la irresponsabilidad política tal como fue demostrado en
ese funesto y aventurero 30-A.
Con respecto al diálogo político, he
planteado su imperiosa necesidad, siempre y cuando ese diálogo
involucre al único tema sobre el cual se puede dialogar, a saber, el
de la fecha y tipo de la agenda electoral. He agregado además que un
diálogo puede ser en su contenido, secreto, no así en su temario. Y
he enfatizado que cualquier diálogo no debe paralizar las
iniciativas ciudadanas orientadas a apoyar justamente a las
posiciones de los representantes que dialogan.
En esos tres puntos las coincidencias
con los autores García y Marquez (no confundir con García Márquez)
han sido más que las diferencias. Sobre el cuarto punto, el de la la
defensa del liderazgo, creo, sin embargo, que debo hacer un par de
objeciones.
Debo antes manifestar mi pleno acuerdo
con Simón García cuando escribe que Guaidó y lo conseguido durante
su era oposicionista representa un gran capital político que no se
debe dilapidar. El renacimiento de la esperanza después de la
anomia política aparecida como consecuencia de la abstrusa
abstención del 20-M, la identificación de Guaidó con la AN,
elegida electoralmente por el pueblo, la solidaridad internacional
anti-Maduro, son hechos inocultables. De ahí que el problema hay que
plantearlo de otro modo: ¿cómo impedir que ese capital político
sea dilapidado?
Del mismo modo no se puede sino estar
de acuerdo con la necesidad de proteger a Guaidó de las sectas
rabiosas que lo acosan las que, pese a ser minoritarias, ocupan
espacios que ocupó el centro político hasta el 20-M. Pero ahí
también hay que plantear el problema de otro modo ¿qué política
levantar frente a una fracción que ha hecho de la agresión a Guaidó
su programa y su doctrina?Tengo la impresión de que ambas preguntas
están entrecruzadas. Para responderlas será necesario, por lo
mismo, responder a otra pregunta previa: ¿qué significa el
liderazgo de Guaidó?
Imitando el estilo de Max Weber,
podemos distinguir dos tipos de liderazgos: uno de tipo arcaico o
mesiánico y otro de tipo moderno o político. De acuerdo al primero,
un líder lo es porque porta un carisma que le viene de la tradición,
líder al que se supone poseedor de poderes sobrenaturales (es el
caso de los líderes religiosos). De acuerdo al segundo, el liderazgo
de tipo político es ejercido cuando el líder representa a
intereses, a veces contrarios entre sí, pero que el líder está en
condiciones de conciliar gracias a su capacidad de mediación. Ahora,
independientemente a que vastos sectores de la población vean en
Guaidó un líder arcaico al que hay que seguir simplemente porque el
destino lo puso ahí, su liderazgo es moderno, vale decir, de tipo
representativo. Y aquí se plantea el problema serio: ¿Qué hacer si
ese líder deja en algún momento de representar los intereses e
ideas de la mayoría de sus seguidores? Márquez no da respuesta a
esa pregunta: afirma simplemente que hay que apoyar al líder sin
cuestionar su política. García en cambio ofrece una alternativa: la
de intentar presionar o convencer al líder para que, en lugar de
representar posiciones extremistas que provienen de su propio
partido, represente a las del conjunto de la oposición.
Evidentemente, aquí podemos entrar en un círculo vicioso.
Por una parte, los partidos de la
oposición que no creen en salidas extremistas no se oponen ni
critican al líder para que este no vea lesionado su liderazgo, hecho
que explica por qué los dirigentes de la mayoría de los partidos de
la oposición han guardado hasta ahora un silencio estridente frente
a los principales dilemas políticos de la nación. Por otra, al no
proclamar abiertamente sus propias alternativas políticas,
despolitizan, no solo a la oposición sino al propio líder. Y de
este modo dejan desprotegido políticamente a Guaidó frente a los
ataques de la oposición rabiosa que concentra toda su agresión no
en la política sino en la persona del líder. La pugna entonces se
transforma en un infructuoso “abajo Guaidó/viva Guaidó”. Con
esto queremos decir que la mejor alternativa para proteger a Guaidó
de sus enemigos de ambos lados es la de re-politizar a la oposición
levantando un debate político en contra de los dos extremos.
Después de todo no hay mejor modo de
desarticular a la oposición rabiosa que convertir los debates
personales en debates políticos. El debate debe ser: o seguir en la
política de las aventuras que convierten a institutos armados y a
gobiernos extranjeros en sujetos políticos (y al pueblo en objeto) o
convocar a la ciudadanía hacia la reconquista de su principal
derecho: el de elegir a sus representantes. Todo lo demás es paja.
Al fin y al cabo puede haber política
sin líderes. Lo que no puede haber es líderes sin política.
La oposición venezolana alcanzó sus
mayores victorias (2007, 2015) en momentos en los que careció de
liderazgo personalizado. Naturalmente, la situación ideal sería la
de un movimiento político representado por un líder dispuesto a
recorrer las rutas más reales y no las más imaginarias. Entre
ellas la más real de todas, la de liderar las luchas por elecciones
libres no solo para conseguirlas, sino como un medio que es un fin a
la vez: el de organizar políticamente a la ciudadanía sin cuya
participación todo liderazgo está destinado a desaparecer. Pero
para que eso ocurra no hay que esperar a que Guaidó lo decida, sino
todo lo contrario: hay que crear las condiciones para que Guaidó
pueda, incluso deba, decidir.
PS. En medio de ese clima nublado que
inunda a la oposición venezolana me parece advertir una luz. Veo a
Mercedes Malavé, dirigente del histórico COPEI, caminar por las
provincias, barrios y pueblos de su patria. Ella intenta recuperar
la impronta de inspiración cristiana que fuera identidad de su
partido, traduciendo las grandes ideas del social cristianismo en un
lenguaje sencillo y perceptible, sin caer en beaterías, ni rezando,
ni asistiendo a procesiones a la virgen de no sé cuanto. Para ella
el nombre del liderazgo dista de ser el tema central. Habla y actúa
con plena independencia, como debe hacer un líder de toda
organización política. No se pronuncia ni a favor ni en contra de
Guaidó. No es su tema. Simplemente escucha y habla sin apartarse un
solo centímetro de la realidad que la rodea pero siempre pensando a
nivel nacional. Es una luz. Diminuta, frágil como es ella. Pero
brilla.
Referencias.
Simón García - BARBADOS CON CORAZÓN
https://polisfmires.blogspot.com/2019/08/simon-garcia-barbados-con-corazon.html
Trino Márquez - ENTRE EL CENTRO POLÍTICO Y LA FIRMEZA https://polisfmires.blogspot.com/2019/08/trino-marquez-entre-el-centro-politico.html
Referencias.
Simón García - BARBADOS CON CORAZÓN
https://polisfmires.blogspot.com/2019/08/simon-garcia-barbados-con-corazon.html
Trino Márquez - ENTRE EL CENTRO POLÍTICO Y LA FIRMEZA https://polisfmires.blogspot.com/2019/08/trino-marquez-entre-el-centro-politico.html