Adriana Moran - EL HECHIZO


Resulta inexplicable ese silencio complaciente que guardan muchas fuerzas políticas con probado músculo democrático a nivel nacional, con dirigencia y bases comprometidas, ante lo que es un evidente desplazamiento del centro político hacia un extremo impulsado por parte de quienes consiguieron el respaldo popular que temporalmente ostentan gracias precisamente al apoyo de esas fuerzas que siempre se diferenciaron de los extremos irracionales. 
¿Qué hechizo tan poderoso puede hacer que se guarde silencio mientras las esperanzas de muchos se van desvaneciendo ante un accionar que no tiene nada que ver con el que siempre mostraron partidos y dirigentes políticos comprometidos con el sufrimiento de las mayorías mientras son arrastrados hacia esa confrontación cargada de agresividad sin estrategia política que profundiza el desconcierto y defrauda a millones? 
Partidos grandes, medianos y pequeños, con sus respectivos dirigentes nacionales o regionales no pueden inmolarse por una forma de actuar que les es ajena y que no logran explicar a sus seguidores porque se basa en la confianza ciega que algunos decidieron brindarle a agentes foráneos incluso en contra de la mayoría de los aliados democráticos conseguidos en esta lucha. Esos partidos y sus dirigentes saben de la desconexión de las grandes mayorías que sufren con esa forma de apostarlo todo a la asfixia de los ciudadanos en la pretensión de asfixiar al que tiene todavía mucho poder, muchos recursos y muchas cartas marcadas bajo la manga para sobrevivir a costa del hambre de todos. Saben también, que abandonar la lucha política y sus espacios naturales es una apuesta segura a la muerte de esas organizaciones que no podrán recuperar la confianza de quienes no van a seguirlos por el incierto camino de aventuras ajenas. Si algo malo falta por pasar entre tanta penuria, es que terminen de desaparecer las voces que pueden hablar en nombre de los millones que a lo largo y ancho del país no pueden hacer oír las suyas y que quieren verlos luchar por una salida pacífica y electoral al conflicto. 
Sea cual sea el hechizo, ojalá logren revertir el conjuro, recuperar la cordura. Todavía están a tiempo de darle significado político a esa mayoría reagrupada desde enero y de retomar la lucha que no debieron abandonar. De volver a hablarle a su gente en ese lenguaje claro que motive la participación ciudadana y les devuelva la esperanza perdida.