Resulta inexplicable ese
silencio complaciente que guardan muchas fuerzas políticas con
probado músculo democrático a nivel nacional, con dirigencia y
bases comprometidas, ante lo que es un evidente desplazamiento del
centro político hacia un extremo impulsado por parte de quienes
consiguieron el respaldo popular que temporalmente ostentan gracias
precisamente al apoyo de esas fuerzas que siempre se diferenciaron de
los extremos irracionales.
¿Qué hechizo tan poderoso
puede hacer que se guarde silencio mientras las esperanzas de muchos
se van desvaneciendo ante un accionar que no tiene nada que ver con
el que siempre mostraron partidos y dirigentes políticos
comprometidos con el sufrimiento de las mayorías mientras son
arrastrados hacia esa confrontación cargada de agresividad sin
estrategia política que profundiza el desconcierto y defrauda a
millones?
Partidos grandes, medianos y
pequeños, con sus respectivos dirigentes nacionales o regionales no
pueden inmolarse por una forma de actuar que les es ajena y que no
logran explicar a sus seguidores porque se basa en la confianza ciega
que algunos decidieron brindarle a agentes foráneos incluso en
contra de la mayoría de los aliados democráticos conseguidos en
esta lucha. Esos partidos y sus dirigentes saben de la desconexión
de las grandes mayorías que sufren con esa forma de apostarlo todo a
la asfixia de los ciudadanos en la pretensión de asfixiar al que
tiene todavía mucho poder, muchos recursos y muchas cartas marcadas
bajo la manga para sobrevivir a costa del hambre de todos. Saben
también, que abandonar la lucha política y sus espacios naturales
es una apuesta segura a la muerte de esas organizaciones que no
podrán recuperar la confianza de quienes no van a seguirlos por el
incierto camino de aventuras ajenas. Si algo malo falta por pasar
entre tanta penuria, es que terminen de desaparecer las voces que
pueden hablar en nombre de los millones que a lo largo y ancho del
país no pueden hacer oír las suyas y que quieren verlos luchar por
una salida pacífica y electoral al conflicto.
Sea cual sea el hechizo, ojalá
logren revertir el conjuro, recuperar la cordura. Todavía están a
tiempo de darle significado político a esa mayoría reagrupada desde
enero y de retomar la lucha que no debieron abandonar. De volver a
hablarle a su gente en ese lenguaje claro que motive la participación
ciudadana y les devuelva la esperanza perdida.