Anton Julian - BEGIN THE BEGUINE



Cuando las hojas del otoño comienzan a caer
y todos los inviernos abren sus fauces a la vez
y surgen nuevos signos de los tiempos idos
debajo de tu piel, malestares, luego enfermedades,
cansancios prematuros, vistas gastadas, oídos blindados,
todo eso, como si fuera un coro de monjes gregorianos
anunciando la presencia de un final que sin piedad avanza,
quiere decir:

Que ha llegado el momento de convivir con ese final
de mirarlo de frente en su abismo sin fondo
de vencer la tentación de patearle el culo
de comenzar a pensar, peor todavía,
de comenzar a entender,
los colores del amanecer,
la carta cifrada de la mujer tardía,
el color de la sangre del buen vino,
las lágrimas de los peces,
el beso de tu boca
y el epílogo del libro de hojas amarillas que yace
en el rincón más oculto de tu casa

Visto así, la conclusión no puede ser otra:

La vida es bella
Definitivamente bella
Inmejorablemente bella
Aterradoramente bella.

Y eso es lo que más nos jode.