Adriana Moran - LA OBLIGACIÓN MORAL DE LOS ELECTOS



Juan Guaidó está liderando hoy un movimiento opositor porque ganó una curul en la Asamblea Nacional en diciembre de 2015, último evento electoral en el que los partidos y sus dirigentes supieron pasar por encima de sus diferencias para enfrentar electoralmente al chavismo. Sin ese acto de unión ante el adversario tramposo que atrajo la participación de millones de venezolanos, hoy la oposición sería poco más que un recuerdo de mejores tiempos pasados.
Los que afirman que desde el poder se ha hecho de todo para quitarle sus funciones a la AN, para desconocerla e ignorar sus mayoría, tienen razón , pero no pueden explicar que hubiera pasado de haberla perdido por la abstención como en el 2005. Mucho menos pueden explicarlo quienes desde sus respectivos escaños ganados en ese acto de votación masiva, ahora usan su investidura para renegar de la misma vía política que transitaron para llegar a estar allí , y que hablan del voto como si tratara de una aberración inconcebible en la que no debería ni pensarse a menos que cesaran todas las condiciones contra las que ellos compitieron y ganaron. 
Porque si algo ha hecho el régimen en todos estos años además de destruir al país y convertirlo en un depósito de habitantes desesperados que ya casi no recuerdan lo que es llevar una vida medianamente decente, es estudiarnos, escudriñar nuestras reacciones y descubrir nuestros miedos para aprovecharse de ellos. Así, una señora evidentemente afecta al partido gobernante, pero sin ninguna otra característica que la haga destacarse ni brillar, fue convertida por quienes aprendieron a conocernos, junto con una baranda de hierro en imagen fija en una pantalla, en el símbolo de nuestro fracaso anticipado. En el obstáculo que logró detener a millones y lo más grave de todo, que terminó siendo alentado por los que alguna la vez le ganaron al régimen, con la misma señora y usado para encubrir errores y omisiones que ningún político que se precie de serlo podría permitirse. 
Quienes han salido a la calle a apoyar a Guaidó no son los que viven mirando al cielo esperando bombarderos ni los que ruegan por un recrudecimiento en las sanciones que empeoren unas condiciones de vida ya intolerables. Los que salen a la calle necesitan creer que ese liderazgo será capaz de mostrarles el camino para acabar con tanto sufrimiento. Y quienes pretenden liderarlos están obligados a construir ese camino desde sus posibilidades reales y retomando el camino que abandonaron a pesar de ser el que los trajo hasta aquí.