Todavía tiemblan entre mis brazos tus palabras de medianoche, de
media tarde, de media vida aunque la magia del silencio intenta
borrarlas de una vez por todas. La vida debió haber acabado después
de tanto, era imposible superar el listón pero los finales no suelen
ser tan fáciles cuando quedamos detenidos en el tiempo que se tensa
como una soga alrededor del cuello pero la asfixia es a medias para
matarnos sin
[morir mientras discurren corazón adentro los fotogramas de la
película que se desvaneció en la pantalla de una biografía
inacabada.
No se encendían las luces. La palabra FIN tardó en aparecer.
EL SILENCIO Y LA FURIA - 47