Deberíamos entender que no es suficiente oponerse a algo para ser
mejores que aquello a lo que nos oponemos. Que los errores o
carencias del otro nunca excusan los propias y sobre todo, que nunca
se pueden justificar las malas acciones propias con las pésimas del
contrario. Ser mejor, no puede limitarse a ser menos malo. Ser mejor
implica en esencia tener buenas intenciones y actuar para hacer el
mayor bien posible de la mejor y menos traumática manera con lo que
se tiene.
Le ha pasado a un sector de la
oposición, que a fuerza de verse en el espejo deformado de un
régimen malísimo que ha llevado a este país al borde de un
barranco y que tiene a su población parada en la orilla mientras
amenaza con empujarla, que ha ido construyendo para sí misma su
versión de la maldad que si no lo iguale, al menos se le asemeje,
con la idea de que es la respuesta adecuada que debe dársele a
alguien así y que por lo tanto el fin (de aniquilarlo), justifica
los medios (los que sean).
De esta forma, este pobre país ha quedado
atrapado entre dos bandas que quieren aniquilarse mutuamente y que en
su carrera destructora, han olvidado lo que siempre debió ser su
principal objetivo: esa inmensa población que ha sufrido y sigue
sufriendo mil calamidades, que no está dispuesta a odiar y muchos
menos a aniquilar a nadie, y cuya mayor aspiración es tener un país
con oportunidades de prosperar y de ver crecer a sus hijos en
libertad.
El liderazgo que sea capaz de
interpretar y conectarse con esa mayoría silenciosa que no pertenece
a ninguno de esos dos extremos belicosos que no reparan en medios
para alcanzar sus particulares fines, ése será el liderazgo que
podrá reconstruir este país. Un liderazgo que será de uno o de
varios, de todos los que sean capaces de interpretar esta necesidad
imperiosa y formar uniones y alianzas para conducir el proceso
político que ha ido perdiendo su rumbo en ese forcejeo entre
extremos que compiten en sus malas y mezquinas prácticas y que a lo
máximo a lo que podrían aspirar, es a destruirse entre ellos, pero
que en forma alguna, deben tener la oportunidad de destruir un país
de gente noble que todavía no pierde las esperanzas de resurgir .