Obstinados como los potros de la muerte
los días se escabullen uno a uno
Almanaque rendido en fatal diligencia
cuarenta y cinco silencios sobre el negro giran las agujas del miedo
cuarenta y cinco silencios sobre el blanco agonizan las teclas de los pianos
Nada que decir dicen estos días
Solo la mudez que nos talla cada hora
Y nos triza la luna de los ojos
Y nos triza los soles de las mano
Y nos rompe la rosa de los pies
Inerme como estoy
Inermes como estamos las dos
Inermes como estamos las dos
madre
¿Podremos atajar el descenso hacia la sombra final que nos aguarda?
Acantilado ciego
precipicio voraz sin padrenuesto
¿Podré algún día dejar sin nombre a esta tristeza?
Acantilado ciego
precipicio voraz sin padrenuesto
¿Podré algún día dejar sin nombre a esta tristeza?