Hubo un tiempo, del que yo vengo, en que ser sandinista era poner la vida en la línea de fuego. Era un tiempo cuando el FSLN era una organización clandestina, donde pertenecer al FSLN era un secreto que solo uno sabía; un tiempo donde Somoza proclamaba que “Sandinista visto, era Sandinista muerto”. Murieron muchos compañeros en esos años de formación del FSLN. A mí me reclutó Camilo Ortega
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