Los últimos días han
teñido de tristeza, asombro, conmoción, solidaridad e indignación nuestro país
y buena parte de la comunidad nacional e internacional, al ver la imagen
desgarradora de más de cinco mil hondureños que dejaron atrás la tierra donde
nacieron, sus recuerdos, familiares y amigos, para lanzarse a lo desconocido
sin más razón que huir de un país en donde le han negado el derecho al empleo,
la salud, la educación y la seguridad, y en donde le han despojado de todo,
hasta de su dignidad como ser humano. Difícilmente podemos encontrar personas
que no se conmuevan con ese cuadro terrible, aunque algunos, desde la comodidad
precaria de sus vidas saludables, les reprochan su “irresponsabilidad” por
llevar niños en su larga travesía, su “irrespeto” a los requisitos migratorios
de los países por donde transitan y su “osadía” de provocar al presidente de
los Estados Unidos que en forma reiterada les ha advertido que no permitirá su
entrada a ese país, símbolo de la tierra prometida para muchos de nuestros
compatriotas, y no solo de ellos.
Otros, estimulados por
pares ignorantes e irresponsables, se atreven a decir que se van por haraganes
porque aquí hay oportunidades para todos y es un país tan maravilloso que ha
logrado una verdadera reducción de la violencia y delincuencia que sirve de
ejemplo a imitar por el mundo entero (asumiendo como ciertas las declaraciones
irresponsables de un funcionario internacional) y se han superado todos los
problemas de acceso a la salud y a la educación.
Aunque estas opiniones,
vertidas en medios corporativos, redes sociales y charlas de vecinos y amigos,
causan malestar y mortificación por su desconocimiento de la realidad de esta
Honduras y por su insensibilidad ante el drama humano de los migrantes, lo que
causa mayor asombro e indignación es el discurso oficial expresado y repetido
sin el menor pudor por el presidente, su esposa, la canciller y otros
funcionarios y empleados menores que no necesitan mucho para cumplir con la
línea de respuesta que viene desde arriba y ante la que todos deben
posicionarse: “Son razones políticas”, dijo el presidente con cierta cautela;
¡esta “movilización atípica” ”no es de Dios”, ha sido organizada por la
oposición, acompañada de “agitadores de oficio”, “narcotraficantes” y “mareros”
con el propósito de desestabilizar el país, dijeron los demás; “la caravana ha
sido organizada y promovida a través de un movimiento político ideológico que
tiene relación con intereses radicales y crimen organizado”, dijo categórica la
canciller.
Y como los
conservadores se entienden aquí y en todas partes, los republicanos de los
Estados Unidos, encabezados por el propio presidente y continuado por otros con
la mirada puesta en las próximas elecciones para renovar el Congreso de ese
país, denunciaron que era una iniciativa financiada por demócratas
“ultraliberales” e inclusive, otros conservadores señalaron directamente al
multimillonario George Soros, de financiar las caravanas de migrantes: Se
reproduce el viejo esquema de la guerra fría: “¡Ahí vienen los rusos!” Y los
hondureños repiten: “Ahí vienen los izquierdistas, narcotraficantes y mareros”
para darle más fuerza a las acusaciones y para animar a los conservadores con
todas las amenazas que más les asustan….
Eso de andar buscando
culpables en otros lados para evadir la responsabilidad directa en la
generación de una situación crítica, no es nada nuevo en nuestro país: fueron
los militares hondureños los que usaron y abusaron de ese recurso para desviar
la atención hacia otros frentes: fué reiterativo en los años 80 oírlos hablar
de la existencia de un “complot” para “desprestigiar a las fuerzas armadas”
cada vez que trascendían los choques internos entre diferentes promociones,
situación que se prolongó hasta varias décadas después cuando quisieron acusar
a la resistencia contra el golpe de Estado de recibir armas de Nicaragua,
acusación que fue ampliamente divulgada pero que nunca se sostuvo con
detenciones y decomisos del arsenal denunciado.No es casual que el actual
presidente apoye su imposición autoritaria con la presencia de militares y
policías militares: no es nada casual que tiendan a parecerse en la
argumentación…
Más allá del drama
asociado a esta crisis migratoria, hay hechos que se destacan positivamente y
que son resultado directo de la crisis y del escándalo internacional que exibió
la situación real de Honduras ante el mundo. Destacamos seis:
1) EL FRACASO DE LA
POLÍTICA DE SEGURIDAD que se concentró en combatir el narcotráfico para atender
compromisos con Estados Unidos, descuidando el control de la violencia y
delincuencia que agobia a los hondureños en el día a día, potenciando el papel
de las fuerzas armadas en tareas policiales y obligando a la sociedad hondureña
a financiar esta situación irregular con el pago de la tasa de seguridad de
cuyo uso no se rinden cuentas y se protege con una ley de secretos que
constituye un ataque frontal a la transparencia.
2) EL PAPEL SUBORDINADO
Y LAMENTABLE DEL GOBIERNO HONDUREÑO ANTE EL GOBIERNO DE ESTADOS UNIDOS. Ha
bastado una advertencia del presidente de ese país, amenazando con suspender
“la ayuda” (que como bien dicen los migrantes: “¿Cuál ayuda, si nunca la
vimos?”) para que este corra desesperado a ver como soluciona esto para
tranquilizar al otro y que vea que entre todos están resolviendo, aunque para
ello utilice su fuerza policial militar para ¡impedir la salida de los
hondureños por los puntos fronterizos, violando el derecho constitucional a la
libre movilidad! ¡Que cuadro más
terrible verlo haciendo
intentos desesperados y vanos por contenerlos! ¿Será que debemos asumir que si
ya se violó la Constitución una y otra vez sin recibir castigo, lo puede volver
a hacer confiando en que la impunidad lo siga cubriendo?
3) EL FRACASO DE LA
INVERSIÓN SOCIAL destinada al combate a la pobreza y la mejoría del índice de
desarrollo humano que incluye salud, educación y condiciones de vida,
resultando un panorama desolador en equipamiento y abastecimiento de
hospitales, escuelas y seguridad social en todo el país.
4) EL FRACASO DE LA
POLÍTICA ECONÓMICA, que ha sido incapaz de generar empleo y satisfacer una
necesidad fundamental de la sociedad hondureña, apoyándose en un endeudamiento
interno y externo que ha comprometido el futuro de varias generaciones.
5) EL AGRAVAMIENTO DE
LA CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD con lo cual se cercena el presupuesto destinado a
satisfacer las necesidades sociales, reduciendo las esperanzas de la población
y estimulando con ello la expulsión de miles de migrantes.
6) LA CRISIS MIGRATORIA
ES LA FACTURA QUE EL TIEMPO LE PASA A TODOS LOS QUE APOYARON LA REELECCIÓN
ILEGAL Y EL FRAUDE ELECTORAL que colocó al presidente actual en la silla
presidencial violando la Constitución de la república y burlando descaradamente
la voluntad de la ciudadanía que acudió a las urnas, creyendo que era ella la
que iba a elegir a sus máximas autoridades.
Cuando el sistema se
cierra y anula las esperanzas de la gente produciendo una terrible sensación de
indefensión y abandono, no le queda más alternativa que irse del país y se va
huyendo con la expectativa de encontrar en otro lugar lo que aquí les fue
negado. Cuando esto sucede no se necesita a ningún lider opositor, a ningún
“agitador de oficio” y eso lo han demostrado los miles y miles de migrantes que
se han ido desde hace muchos años y que continuarán haciéndolo individualmente
o en grupos. Aquí encajan muy bien las palabras proféticas de José Saramago:
“El desplazamiento del
sur al norte es inevitable; no valdrán alambradas, muros ni deportaciones:
vendrán por millones… Las trompetas han empezado a sonar… necesitaremos
políticos que sepan estar a la altura de las circunstancias”… Lo que nunca
pensó el premio Nobel de Literatura cuando vaticinó esta situación para Europa,
es que esos políticos que debían enfrentar esos desafíos serían presidentes
corruptos, violadores de la Constitución de la República, controladores de los
otros poderes del Estado y violadores de los derechos fundamentales de la
ciudadanía. ¡Estoy segura de que pensó en otro tipo de políticos…! ¡A los
hondureños y solo a los hondureños nos toca decidir y escoger a los que sepan
estar a la altura de la crisis! Y si nos equivocamos, la factura será para
nosotros y deberemos pagarla como corresponde… ¿Harán lo mismo los que lo
escogieron y evidentemente se equivoca