Vendrán más ríos,
desaparecerán los polos y la tierra será agua polar
nuestros restos se confundirán con los peces y con las corolas
Solo se salvaran los injustos, y los pulpos
los más negros y no los más blancos de cada amanecer.
Y así llegará el día de la recreación
después de los tsunamis, en las nuevas islas, ayer continentes
Pájaros azules anunciarán el tiempo que viene
Y comenzaremos nuevamente a pensar entre dos,
Y seguiremos siendo mortales a manchas
Y nuestros colores serán cada vez más imprecisos y más vanos
Nada será mejor ni peor, solo sobreviremos tal como ahora ha sido,
recostados sobre las cúpulas de las iglesias que asoman en el agua
esperando a otros dioses o esperando a otras cruces
intentaremos resolver nuestros inútiles problemas,
con aire acondicionado, ahí: dentro del planeta marte
donde abriremos ríos y canales traídos desde la madre tierra
por las agencias del turismo galáctico universal
Y entonces no llegará esa salvación que nunca vino,
porque para eso nacimos nosotros, los insalvables.
Para no ser salvados nunca. Jamás. Fue nuestro destino.
Eso es lo que pasará en los años próximos, amor mío.
Para más adelante no me atrevo a vaticinar nada.
Por el momento, continuaremos siendo lo que somos.
De un modo, llámalo así: prehistórico.
O si prefieres decirlo con Nietzsche: “humano, demasiado humano”.