Es difícil formular
la hipótesis, pero lo voy a intentar. Dice más o menos así: El fútbol, como
casi todas las cosas humanas, se encuentra interferido por coordenadas de
tiempo y lugar, las que son predominantemente culturales. Pongo un ejemplo: tanto el catolicismo mexicano
como el polaco son catolicismos pero ambos son muy diferentes entre sí porque
diferentes son las culturas en las que se desarrollan. Punto. Esa es la hipótesis.
Extrapolada al fútbol la hipótesis sería: el fútbol que se juega en los países
protestantes es exactamente el mismo al que se juega en los países católicos,
pero ambos se encuentran interferidos por coordenadas culturales que no son
exactamente iguales en todas las naciones.
Creo que el partido que jugaron Inglaterra y Suecia, dos países marcados
por una cultura de origen protestante, confirmaría la hipótesis.
Alguien me va a
decir que estoy loco. ¿No es acaso la Premier League la más multicultural, la
más globalizada del mundo? Exacto. Pero no me refiero a eso. Lo que quiero
decir es que, de una u otra manera, seres humanos provenientes de diversas
latitudes, se dejan regir por los
patrones propios al lugar donde viven y conviven. Yoani Sánchez, la disidente cubana, lo dijo una vez con exactitud: los
cubanos en Cuba dejan caer las basuras al suelo, en cambio, los mismos cubanos, cuando están en Miami, las depositan en
los contenedores públicos. En eso pensaba cuando veía a ingleses y suecos.
Ambos equipos,
independientemente de las proveniencias, creencias y culturas de sus jugadores,
se dejan regir, cuando juegan en la selección, por los patrones culturales
dominantes en los respectivos países y ellos tienen en Inglaterra y Suecia un
marcado origen protestante. Así al menos lo entendió Max Weber cuando intentó establecer la relación entre
protestantismo -racionalidad instrumental - economía capitalista (Economía y
Sociedad).
Así como Max Weber
escribió Política como Profesión y Ciencia como Profesión, podría
haber escrito hoy, Fútbol como Profesión. Pues, tanto Suecia como
Inglaterra jugaron un partido ajustado a la lógica instrumental, al ahorro
de tiempo, a la funcionalidad, a
objetivos precisos: en este caso, ganar.
Por cierto, no se
trata de fabricar clichés y decir, por ejemplo, los latinos son pícaros,
dribleadores, cachañeros. No: los ingleses y los suecos también lo son. La
diferencia es que intentan integrar la picardía, el dribling y la cachaña, en
un plan de juego. Es decir, ambos equipos jugaron un partido lógico. Por eso el
resultado fue lógico. Ganó el mejor. ¿Y cuál es el mejor? El que tiene los
mejores futbolistas, sin duda Inglaterra.
Ahora, los mejores
futbolistas son, a la vez, los más imprevisibles, es decir, aquellos que no se
ajustan al plan pero a la vez integran su imprevisibilidad al plan. ¿Difícil de entender? Lo explico: Kane es sin
duda el mejor jugador inglés (y quizás el mejor 9 del mundial). Pero contra
Suecia casi no se vio. ¿Jugó mal? No. Sabiendo que lo iban a marcar a hierro,
se fue a las orillas y abrió huecos por donde se metían Delle Alli, Sterling y
ese lateral punzante que es Trippier. Y como son dos veces más buenos que los
suecos – solo el “viejo” Granqvist y el joven Berg mostraron algo- ganaron por
2 a 0. Lógico.
Como se trataba de
una competencia entre profesionales, no vimos caídas espectaculares, gestos
histriónicos, agresiones con las manos, ni poses para youtube. Los suecos
perdieron bien, pero ninguno lloró al terminar el partido. ¿Para qué? Hicieron su trabajo en la medida de sus
posibilidades. Al fin, para eso les pagan. Los ingleses, por su parte,
celebraron como se debe hacer (las locuras se las dejan a sus hooligans) y
luego, como todos los trabajadores después de una dura jornada, se fueron a
tomar cerveza.
Lo que hicieron los ingleses durante la noche
no lo sabe nadie pero seguramente eso no tiene nada que ver con la cultura
protestante. Ni mucho menos con Max Weber.