El primer tiempo fue duro y parejo, quizás
un tic mejor, Francia. El segundo
comenzó igual hasta los 50 cuando en jugada standard, un corner de tantos,
Umtiti le ganó el salto a Fellaini, que es
un hombre largo, y gol. Desde ese momento Bélgica se desató como un
vendaval, motivo que llevó a decir a la mayoría de los comentaristas que los
belgas jugaron mejor que los franceses lo que, al menos desde un punto de vista táctico, no es cierto. Pues jugar mejor no
significa tener más la pelota ni ocupar de modo más intenso la cancha sino,
simplemente, saber administrar mejor el juego de acuerdo al objetivo trazado,
en el caso de Francia: impedir el empate. Y eso lo logró.
Francia hizo lo que hacen todos los
equipos cuando van ganando por diferencia mínima durante la segunda fracción:
retrasar sus líneas, achicar los espacios, retener la pelota y esperar el hueco
preciso para el fulminante contrataque. Para realizar esa faena, Francia poseía
herramientas: una defensa que sabe cerrarse a tiempo, un mediocampo de
magnífico toque - Kanté, Matuidi y sobre todo Pogba- y arriba, dos ardillas
(estuve a punto de escribir, ladillas) como Griezmann y Mbappé, las que al menor descuido te dejan tieso.
En palabras breves: los franceses
aplicaron lo que los argentinos llaman “la ley del embudo”, a saber: mientras
más avanzas, más angosta es la cancha. O al revés: mientras más avanza el
adversario más ancho es el espacio que deja a sus espaldas. Fácil es decirlo.
Aplicarlo es más difícil. Para eso se requiere de un equipo inteligente y de
jugadores adecuados. Sin esos factores un equipo como el belga aplasta al
contrario como lo vino haciendo a lo largo del campeonato. Ni siquiera Hazard
-para muchos el mejor jugador del mundial- pudo salirse con las suyas. Los
franceses, a sabiendas que su mayor atributo es el carrerón, le cerraban el camino desde lejos apenas
tocaba la pelota. En fin, Francia jugó
un partido bien pensado. Su actitud fue estrictamente cartesiana.
La lógica de la razón futbolista francesa
se basa en el más simple de los esquemas: un 4-3-3 tradicional. La novedad
reside en que las tres líneas no están apostadas en el campo: son movedizas.
Eso quiere decir, si la
última línea va hacia adelante -algo que hacen a menudo los zagueros centrales,
sobre todo Varane- la línea del medio retrocede. Llegó a darse así un momento
en en el que Pogba y Kané hacían de defensas mientras Varane y Umtiti esperaban
los centros de Griezmann. Más aún: no pocas veces vimos al centrodelantero,
Giraud, haciendo de stopper. Sí: Giraud, de quien se dice es el más malo de los
franceses, merece un comentario aparte.
Cierto, Giraud parece ser lo que es: un
tronco, y lo es hasta el punto de que todo el mundo se pregunta por qué Deschamps
no prueba con Benzema, el tanque del Real Madrid. Frente a Bélgica, Deschamps
dejó ver, sin embargo, una de sus razones. Giraud debe ser el
único centro delantero defensivo del mundo. Un puesto tal vez creado por el
mismo Deschamps. Si es así, sería una innovación. Eso no significa que Giraud
juegue retrasado. No. Giraud juega como centro delantero neto. Pero su función
no es hacer goles sino marcar a los defensas contrarios y así abrir espacios a
Grizmann y Mbappé. En fin, un jugador cien por ciento táctico: un hombre que va
al sacrificio en aras de los demás. Y parece que da resultados: Werthongen,
Kompany, Alderweider, defensas ofensivos, casi no pudieron salir de su área.
Giraud, el delantero defensivo, los entretenía.
Tácticas aparte. La razón del juego
francés no puede servir a cualquier equipo. Para que tenga lugar se requiere de
un mediocampo (una centralidad reflexiva) como ese que reposa sobre la
versatilidad, la elegancia y el carisma de Paul Pogba. Ayer, el mediocampista,
siempre apoyado en sus fieles Kanté y Matudi, no solo fue frente a Bélgica lo
que hasta ahora ha sido: el mariscal de juego, el hombre que distribuye el
balón sin errar, el caudillo. Esta vez
mostró otra faceta de su personalidad, una hasta ahora desconocida: fiereza (no
confundir con violencia) Sus choques con el excelente Witsel y, sobre todo con
Lukaku echaban chispas.
No sé si al final Pogba será elegido el
mejor jugador del mundial (Hazard ha hecho demasiado a su favor) pero, sin
dudas, el 6 francés será recordado como el más completo de todos. Desde Didí no
había visto a alguien así.