Anton Julian - CREANME



He de decir que me gustan las frases gloriosas
que sigo con fervor las normas de las madres superioras
que jamás tengo malos pensamientos, para que me crean?
¿He de decir que los hombres viejos solo desean la paz de sus almas,
y que nadie ha de preocuparse de la muerte
pues resucitará en una rosa roja o en un pájaro nupcial, para que me crean?
¿Deberé declarar que no mantengo secretos horribles?
¿que nunca he anhelado que alguien muera de muerte mortal, para que me crean?
¿He de jurar que no me gustan las rodillas de las ninfas?
¿Deberé renunciar al rojo del vino?
¿al placer azul de la concha marina y húmeda?
¿al recuerdo del cuchillo ensangrentado?
¿a lo que yo soy o he llegado a ser, para que me crean?
No amigos, creanme, soy solo el silencio del santo difunto, la tierra pobre de luz, el pan duro de cada día, la flor marchita en el vaso, y el mendigo de cada amanecer. Creanme por favor. Eso soy. No es mucho. Pero por el momento, basta.