El silencio es elocuente. Un pueblo que guarda silencio, que al unísono y decidido se pronuncia quitándole el habla a quien lo ha ofendido, es un pueblo digno, un pueblo listo a dar una lección de civismo, cordura y madurez a unos gobernantes que, enloquecidos ante la idea de perder el poder, no han cesado de matar.
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