Era un cementerio donde fuimos a dar
y sus labios impetuosos enterraron los míos.
Todo alrededor yacía convertido en quietud
mientras nosotros, insaciables,
nos llamábamos por nuestros nombres: !Querida! !Querido!
Sobre las lápidas se leía: "El amor dura eternamente."
Y el deseo nos aventó de nuevo entre las tumbas.
Miguel, que tomaba su vino tinto,
supuestamente acababa de fumarse sus laureles.
Aquí quiero yacer, extendido tranquilamente.
Es un cementerio donde hemos venido a dar,
lo sabía, y mis labios se enterraron
en los de ella. Y como embriagados de la vida
me tomó con fuerza entre sus piernas para que viera
la tierra negra y la cercanía del cielo.
y sus labios impetuosos enterraron los míos.
Todo alrededor yacía convertido en quietud
mientras nosotros, insaciables,
nos llamábamos por nuestros nombres: !Querida! !Querido!
Sobre las lápidas se leía: "El amor dura eternamente."
Y el deseo nos aventó de nuevo entre las tumbas.
Miguel, que tomaba su vino tinto,
supuestamente acababa de fumarse sus laureles.
Aquí quiero yacer, extendido tranquilamente.
Es un cementerio donde hemos venido a dar,
lo sabía, y mis labios se enterraron
en los de ella. Y como embriagados de la vida
me tomó con fuerza entre sus piernas para que viera
la tierra negra y la cercanía del cielo.