Benedicto XVl - LA CONTRADICCIÓN DE JESÚS




Desde el día de su nacimiento, Jesús fue "un signo de contradicción" (Lc 2, 34) y lo sigue siendo también hoy. El Señor de los ejércitos, cuyos "orígenes son antiguos, desde tiempos remotos" (Mi 5, 1), quiso inaugurar su Reino naciendo en esta pequeña ciudad, entrando a nuestro mundo en el silencio y la humildad de una cueva, y yaciendo en un pesebre, como un niño necesitado de todo. Aquí en Belén, en medio de todo tipo de contradicciones, las piedras siguen gritando esta "buena nueva", el mensaje de redención que esta ciudad, por encima de todas las demás, está llamada a proclamar al mundo. Porque aquí, de una manera que supera todas las esperanzas y expectativas humanas, Dios se mostró fiel a sus promesas. 

En el nacimiento de su Hijo, reveló la venida de un Reino de amor: un amor divino que se abaja para sanarnos y levantarnos; un amor que se revela en la humillación y la debilidad de la cruz, pero que triunfa en la gloriosa resurrección a una nueva vida... sed testigos del poder de la vida, la vida nueva que nos ha dado Cristo resucitado, la vida que puede iluminar y transformar incluso las situaciones humanas más oscuras y desesperadas. Vuestra tierra no sólo necesita nuevas estructuras económicas y comunitarias; lo más importante, podríamos decir, es una nueva infraestructura "espiritual", capaz de galvanizar las energías de todos los hombres y mujeres de buena voluntad al servicio de la educación, del desarrollo y de la promoción del bien común. 

Vosotros tenéis los recursos humanos para construir la cultura de la paz y del respeto recíproco que garantizarán un futuro mejor para vuestros hijos. Esta es la noble empresa que os espera. ¡No tengáis miedo!" (Papa Benedicto XVI, Plaza del Pesebre - Belén, Miércoles 13 de mayo de 2009).