Te escribo “a la
rápida” solo para responder a tu pregunta. ¿Votar o no votar?
Sé que hoy o mañana
se tomarán las decisiones. He sabido que VP jugó nuevamente a posición
adelantada lo que no favorecerá ni a la unidad ni a VP. He sabido, además, que
un grupo de partidos irrelevantes ha decidido polemizar con el Grupo de Lima,
cuando se trata de hacer justamente lo contrario: sin subordinarse a ningún
dictamen externo, buscar un ajuste entre las decisiones internas y la opinión
de la llamada comunidad internacional.
Para abreviar: creo que hay tres posibilidades. La
primera es la abstención. La segunda es votar. La tercera es la participación.
La abstención aparece como muy lógica dado el carácter
fraudulento de las elecciones convocadas por el régimen y el llamado a
desconocer sus resultados hecho por el Grupo de Lima. Pero desde el punto de
vista político, llamar a la abstención sin señalar que se va a hacer para
llenar el hueco entre lo electoral y lo político, parece ser una tremenda
irresponsabilidad.
¿Salir a las calles
a demostrar? ¿Repetir con calco las movilizaciones del 2017 con el
“maduroveteya” y toda la parafernalia que conocemos? ¿Manifestaciones donde se
verán las caras los mismos de siempre? ¿O esperar la invasión norteamericana o
marciana con las damas perfumadas? ¿O serán computados nuevos cadáveres con la
esperanza de que algún general patriota recapacite?
Seamos francos: la
abstención anti-electoral no conducirá a nada si no se manifiesta como una
entidad política activa. Cuando más
alcanzará un carácter testimonial o simbólico.
Y eso -tú lo sabes muy bien- no
sirve para nada.
La segunda alternativa es llamar a votar
deportivamente. Por
supuesto, una decisión de ese tipo
chocará con la resistencia de la mayoría de los partidos e incluso de la
ciudadanía. Y con razón. No se va a votar en contra de un gobierno formal sino
en contra de una dictadura.
La tercera posibilidad es llamar a participar. Aunque colinda con la posibilidad de
votar no es exactamente lo mismo que llamar simplemente a votar. Llamar a
participar significa inscribir a un candidato cuya tarea, acompañado por los
demás líderes o dirigentes de la oposición, deba ser la de ejercer toda la
presión posible en contra de la dictadura, convirtiendo a la campaña electoral
en una rebelión ciudadana a favor de elecciones libres y democráticas, campaña
que sin duda, será apoyada por la llamada comunidad internacional.
Te comento: ayer
escribí un twitter que decía más o menos así: “hay quienes afirman que
dictadura no sale con votos, aunque ha habido dictaduras que sí han salido con
votos. Lo que no ha habido nunca son dictaduras que solo salen como
consecuencia de la presión internacional”. Creo que eso es cierto.
Hoy agregaría lo
siguiente: “tampoco ha habido dictaduras que abandonen el poder solo como
consecuencia de la presión nacional”
Las dos presiones deben existir. Una ya
existe, la internacional. La otra, la nacional, existe, pero por el momento,
solo de modo potencial. Ahora, para que
las dos existan al mismo tiempo no deben ser ni contradictorias ni excluyentes
entre sí.
La hegemonía, la
conducción y el carácter de la lucha deben estar dirigidos desde el interior,
de eso no cabe duda. Nunca se ha dado ni
se dará el caso de que la presión internacional sustituya a una oposición
nacional. Por supuesto, no estoy hablando de guerras ni de intervenciones
armadas. Estoy hablando de política.
La presión internacional, en suma, no es
determinante pero sí puede ser decisiva. Pero no será decisiva –y a eso voy- si esa
solidaridad carece de un sujeto opositor.
Ya te lo dije una
vez: la política tiene rostros, nombres y apellidos. La política es
antropomórfica. Elegir a ese rostro, a ese nombre y a ese apellido –no tiene que
ser necesariamente un Mandela- es decir, a alguien
que esté en condiciones de realizar la conexión necesaria entre el espacio
internacional y el último rincón rural de tu país- tiene una importancia
política existencial, sobre todo en momentos donde el régimen parece perder los
estribos (he leído por ejemplo que Maduro intenta convertir a Colombia en sus
Malvinas)
Disculpa mi
apresurada redacción. Como ya te lo advertí, te escribo hoy 18.02.2018, “a la
rápida”. Muy a la rápida. Ya escribiré,
pero con más tranquilidad, un articulo al respecto.
Saludos