Primero: las elecciones catalanas del 21.12. 2017 no fueron un plebiscito. Si
hubieran sido un plebiscito habrían sido convocadas como plebiscito. Fueron
elecciones en las cuales los principales partidos de la región midieron sus
fuerzas. En esa medición los vencedores fueron Ciudadanos y su candidata Inés
Arrimadas.
Segundo: el partido vencedor no podrá gobernar debido a que los llamados partidos
independentistas han decidido formar un bloque anti-español.
Tercero: el bloque anti-español no es homogéneo. En sentido estricto, los partidos
auténticamente independentistas son JUNTSxCat y ERC. La CUP es solo independentista en
segunda línea. En primera línea la CUP es anticapitalista. Su objetivo es
lograr en Cataluña lo que nunca logrará en el resto de España: una micro-nación
soviética. Sus aliados tácticos son los independentistas, pero sus miras
estratégicas apuntan a conquistar el apoyo de las bases más izquierdistas del
PSC y de Cat ComuPodem. JUNTSxCat y ERC, en cambio, son pro-capitalistas, pero en primera
línea son nacionalistas, ya sea etnicistas o culturalistas. Sin embargo,
necesitan de los anticapitalistas para emanciparse de España del mismo modo
como la CUP necesita de la -por ella denominada- burguesía nacionalista catalana para
realizar su proyecto anticapitalista. En consecuencia: los tres
independentismos en conjunto conforman un bloque nacionalista y socialista. O
si se prefiere: nacional-socialista.
Cuarto: los partidos regional- nacionalistas, no solo de Cataluña y España, sino
también de Escocia, Italia e incluso Francia, son equivalentes a los grandes
partidos nacional-populistas como el del eurófobo Gert Wilders en Holanda, la
Afd alemana y, sobre todo, el FN lepenista en Francia. Esa es la razón por la
cual los partidos democráticos de toda Europa se han posicionado en contra de
ambos nacionalismos: el nacionalismo escisionista y el nacionalismo de gran
nación. Por eso mismo, la Rusia de Putin, en su proyecto por desestabilizar a
la unidad europea, apuesta y apoya a esos dos nacionalismos, al micro y al
macro.
Quinto: después de las grandes victorias obtenidas por los partidos democráticos
en Holanda y Francia, el año 2017
cierra con una gran incertidumbre en Alemania, con la entrada al poder del
nacionalismo xenófobo austriaco (FPÖ) gracias a la alianza contraída con el
gobierno conservador (ÖVP) y con el nacionalismo regionalista español aliado del
anticapitalismo de la CUP. Esta última, reiteramos, es una alianza muy espuria,
tan espuria como si en Francia, Le Pen y Melenchon hubieran formado un solo
bloque político.
Sexto: en España no todos los votos nacionalistas fueron nacionalistas. No pocos
catalanes votaron en contra de la judicialización de la política llevada cabo
por el anti-político presidente Rajoy y en contra del oportunismo del PSC,
versión local del oportunismo del PSOE. Podem no cuenta. Siempre se sumará al
carro vencedor.
Séptimo: en Cataluña ha nacido una esperanza. Un partido como Ciudadanos que, sin
renunciar a sus raíces catalanas, defiende la tríada identitaria: ser catalán,
ser español y ser europeo. El gran triunfo electoral de Ciudadanos y de Inés
Arrimadas tendrá, sin duda, repercusiones en España. Y, tal vez, en Europa.
Octavo: El 22.12. 2017, toda España amaneció unida por el Gordo de la Lotería.