En un momento determinado,
cuando el futuro
no asoma,
cuando no hay
charcos ni ríos,
cuando todo
parece haber llegado a su fin,
y tú te llenas de
recuerdos como si fueran bichos,
asoma la posibilidad
de ver la cara de Dios,
o por lo menos un
huella suya, dejada al azar.
Una Raya.
es lo que más
podemos ver,
el resto nos ha
sido prohibido,
está detrás de la
Raya, oscura de la noche,
esa Raya que te
separa de ti y de lo que eres.
Esa Raya que ha rayado lo que nunca más serás.
Y la noche
avanza,
apura la copa de
vino,
Búscate otra almohada
y sueña que estás vivo
solitario, viejo,
frío
en medio de un
oceáno de voces
y de ese dios
que, sin saberlo,
eres también tú
mismo, viviendo.
Al otro lado de
la Raya