En Venezuela,
antes de cada elección, surge la misma controversia. Los argumentos son, si no
iguales, parecidos. Al final se impone la razón y la mayoría de la oposición
vota. Si la oposición gana, todos festejan el triunfo. Esta vez, en cambio, hay
algunas variantes. Las anunciadas elecciones regionales que deberían haberse
realizado un año atrás, están por venir. Tendrán lugar después de las grandes
demostraciones de masas en defensa de la Constitución, iniciadas en abril del
2017. Los ánimos están enervados y no es para menos: el régimen ha asesinado a
muchos seres humanos. Casi todos, jóvenes.
La dictadura,
ya abiertamente declarada, ha impuesto mediante el fraude más grosero conocido
en toda la historia electoral latinoamericana, una asamblea constituyente,
fascista y cubana a la vez. El ambiente es propicio para todo tipo de aventuras
antipolíticas, y también hay razones que lo explican: la lógica de la fuerza
representada en una mafia de poder en alianza con los altos mandos del ejército
se ha impuesto por sobre la voluntad de la inmensa mayoría. Bajo estas
condiciones ha crecido en el seno de la oposición un abstencionismo
políticamente anómico pero a la vez militante; muy destructivo con respecto a
la única organización política de oposición que existe en Venezuela: la MUD.
Frente a las amenazas que provienen del
régimen y de los divisionistas, los sectores democráticos de la oposición
intentan defender los pocos espacios que restan. Como una contribución
solidaria a la lucha que ellos libran en condiciones tan adversas, he redactado
trece puntos que, en mi opinión, son razones que deben tenerse en cuenta para
participar en las elecciones regionales de 2017. Siempre y cuando tengan lugar.
Pues bajo una dictadura ejercida por personajes sin principios, seres brutales
al servicio de sus propias ansias de poder, todo puede ser posible.
- Las
elecciones regionales están pautadas en la Constitución. Desconocerlas o renunciar a
participar es seguir a la pauta de la dictadura -la que como toda
dictadura es antielectoral-. Es faltar a la letra y al espíritu de la
Constitución. Es romper con la línea histórica de la oposición. Línea que
ha sido definida por sus principales líderes y suscrita por la gran mayoría
de sus partidos como pacífica, democrática, constitucional y electoral.
La Constitución es la guía, es el programa y es la ruta de la oposición.
Sin la Constitución la oposición no existiría. Todo lo que es la
oposición se lo debe a la Constitución. La decisión divisionista,
derrotista y abstencionista de una parte de la oposición liderada por el
grupo VENTE, es anticonstitucional y por lo mismo hace el juego a los
planes de la dictadura.
- Entre
oposición y Constitución hay una relación simbiótica. Todo voto a favor de la oposición
es un voto a favor de la Constitución. Por esa misma razón, todo voto a
favor de la Constitución es un voto en contra de la constituyente cubana.
La principal contradicción política de las próximas regionales deberá ser -siempre y cuando los partidos y
candidatos entiendan la esencia del problema-: o Constitución o
constituyente. Agitar esa contradicción es más importante que el
número de gobernaciones que puedan ser ganadas. Las elecciones, en ese
sentido, no son solo un fin sino, además, un medio de agitación política a
favor de la Constitución. Convertir a las regionales en un movimiento
democrático, popular y constitucionalista es la gran tarea política del
momento.
- El
16/J la mayoría del pueblo venezolano votó (simbólicamente) en contra de
la constituyente, no en contra de las elecciones. Y la razón es elemental: la constituyente
fue inventada para evitar las elecciones, sobre todo las regionales,
destinadas a privar a la dictadura de todos sus poderes locales. Luego, al
votar en contra de la constituyente, los venezolanos votaron a favor de la
reivindicación del sufragio universal. Los puntos 2 y 3 tampoco auspician
el abstencionismo. Por eso, los que hablan del mandato del 16/J,
tergiversan su sentido, tanto en su letra como en su intención. Aparte del
rechazo terminante a la constituyente, no hay, en ninguno de los tres
puntos del 16/J, un mandato explícito a favor de la abstención electoral.
- La
Unidad al ir a las elecciones regionales no interrumpe, más bien confirma
su continuidad política. La MUD siempre ha sido electoral. Nació y se configuró como una
asociación electoral. Que, obligada por las circunstancias, hubiera debido
asumir otras funciones, es otro tema. Lo importante es que la MUD ha
continuado la línea trazada el año 2007 cuando defendió la Constitución en
contra del propio Chávez. Sus más grandes éxitos han sido electorales.
Electoral fue el triunfo que robaron a Capriles en las presidenciales del
2013. Electoral fue el grandioso triunfo del 6D. Electorales son las
alcaldías y gobernaciones arrancadas a la dictadura. Electorales fueron
las grandes manifestaciones por el RR16. La defensa de la AN, elegida
electoralmente, fue el punto de partida de las grandes movilizaciones que
llevaron a Maduro a imponer la constituyente cubana. Electorales por
último fueron las jornadas que llevaron a votar el 16/J en contra de la
constituyente. No hay ningún motivo para que la MUD se aparte de la vía
electoral, la única que conoce. Romper la vía electoral es romper la
oposición. Quienes lo hacen están por cierto en su derecho. Pero para
ejercerlo deben presentar una línea política diferente. Y hasta ahora,
definitivamente, no la tienen. Son como los perros hortelanos de la
política: no hacen ni dejan hacer.
- Al
plantearse en contra de las elecciones, sin ofrecer ninguna otra
alternativa, los abstencionistas solo piensan en dos posibilidades: o
en una invasión o en un golpe militar. En cualquiera de los dos casos
la oposición no tiene ningún papel que jugar. De este modo los abstencionistas
no solo exigen la abstención. Además, buscan eliminar a la oposición,
sobre todo a la MUD, como sujeto
político, condenándola a servir de coro de acciones en las cuales ella no
tiene ningún poder de decisión.
- Las
elecciones se encuentran en perfecta continuidad con las protestas
iniciadas en abril del 2017. No hay ningún objetivo surgido durante las protestas del 2017 que no
pueda ser revivido durante las campañas electorales que –eventualmente-
tendrán lugar. Protestas sin vía electoral al chocar permanentemente con
la soldadesca están condenadas a la derrota. Las elecciones, en cambio,
abren un nuevo cauce. Mientras las protestas tenían lugar solo en centros
urbanos, allí donde hay universidades, las elecciones pueden llevar la
protesta hasta los últimos rincones, ampliando el espacio de participación
pública. Las elecciones regionales son en ese sentido más radicales que
las elecciones presidenciales. Más allá de los resultados, de los
fraudes, y de la posibilidad de que sean eliminadas por el régimen, las
elecciones permiten abrir un nuevo espacio de confrontación política.
- Las
elecciones no legitiman al régimen pues el régimen es anti-electoral. Las
elecciones solo legitiman a las elecciones. Por eso cabe esperar que la dictadura hará
todo lo posible por torpedear, boicotear y, si todo eso no resulta,
postergar o incluso eliminar a las elecciones. Si se da ese caso, como es
probable que ocurra, no la oposición sino la dictadura habrá perdido
legitimidad; si es que le queda algo.
- Las
elecciones tampoco legitiman al CNE. Todo lo contrario, permiten derrotar al CNE
como ya ha ocurrido en otras ocasiones. Por eso quienes arguyen que no
irán a las elecciones después del monstruoso fraude del 30/J sacan mal las
cuentas. Pues ese CNE no es fraudulento desde el 30/J. Lo ha sido siempre.
Incluso, el mayor fraude electoral de su historia no lo cometió el 30/J -
en el hecho, una elección interna del PSUV- sino el 14 de abril de 2013
cuando Tibisay Lucena -al negarse a mostrar los cuadernos electorales-
reconoció, objetivamente, haber robado las elecciones presidenciales. La
oposición aprendió la lección: cuando la votación se convierte en un
aluvión y cuando las mesas son vigiladas una por una, el fraude puede ser
derrotado. Mesa vigilada es mesa ganada.
- La
monstruosidad del fraude del 30/J cumplió dos objetivos: el primero: inventar millones de votos para imponer
a la constituyente cubana. El segundo: advertir a la oposición de este
modo: “nosotros somos tramposos, no tiene sentido que ustedes vayan a
las elecciones pues con nuestros fraudes los volveremos a derrotar”.
Imposibilitada de ganar las elecciones, la dictadura ha decidido
envilecerlas, desmoralizando a la ciudadanía y dividiendo a la oposición
en electoralistas y anti-electoralistas. De este modo, si la oposición no
acude a votar, la dictadura hará elecciones adjudicándose un triunfo
electoral sobre la oposición “anti-electoral”. El problema más grave es
que una parte de la oposición –ignoramos su magnitud- ya ha pisado la
trampa. Esa parte ha olvidado el principio más elemental de la política: “nunca
hagas lo que tu enemigo quiere que tú hagas”
- No el
30/J sino el 6/D debe ser el parámetro electoral de la oposición. El 30/J solo demostró los límites
que es capaz de traspasar la dictadura cuando la oposición está ausente.
El 6/D demostró en cambio lo que puede llegar a alcanzar la oposición
cuando participa activamente en las elecciones. Si en las regionales no lo
hace, tendrá lugar un segundo 30/J. Que nadie tenga dudas. Los
responsables serán los abstencionistas. Nadie más.
- La
participación electoral bajo dictaduras está avalada por la experiencia de
una gran cantidad de movimientos democráticos que han usado todos los
espacios para acelerar la caída de los tiranos. No se trata por cierto de reeditar la discusión
bizantina acerca de “la dictadura no sale con votos” o a la inversa: “solo
con votos sale la dictadura”. Se trata solo de tener presente dos hechos
objetivos: El primero dice que siempre los movimientos democráticos han
puesto a las elecciones en el primer reglón de la lista de exigencias. El
segundo dice que hasta ahora no se conoce ningún caso en la historia en el
cual una dictadura haya sido derrotada mediante la abstención electoral.
- La
mantención de una línea constitucional
y por lo mismo electoral ha sido la principal razón que explica por
qué la oposición ha concitado en su torno un gran apoyo internacional. Si los asesinatos de tantas
personas lograron sensibilizar a la opinión pública mundial no fue por la
innegable tragedia del hecho –en Siria son asesinados grandes cantidades
de seres humanos día a día y la indignación internacional es muy débil-
sino porque quienes cayeron en Venezuela lo hicieron luchando por uno de
los sacramentos de la política moderna: el sufragio universal, inscrito en
la Constitución de 1999 y negada por la constituyente de la dictadura. Si
la oposición decidiera no participar en futuras elecciones, aún argumentando trampas y fraudes, el
impacto sobre esa opinión mundial sería más negativo que positivo y, sin
duda, la dictadura sabría como manipular a su favor esa situación.