El oficialismo, en boca de sus principales
defensores, trata de hacer creer que la contradicción fundamental que estanca
la dinámica del desarrollo económico y social en Cuba es la supuestamente
existente entre el socialismo y el capitalismo.
El primero, "representado" por
el Partido Comunista, el Gobierno y el Estado, con su economía sustentada en la
esclavitud asalariada para la propiedad estatal, y el segundo, por el
"imperialismo y la contrarrevolución" junto al avance de la propiedad
privada y los emprendedores, aprovechándose de "errores" en la
aplicación de las limitadas reformas previstas desde los inicios del Período
Especial, retomadas y retrancadas por el raulato.
Ese es el discurso que se ha querido
imponer desde el acercamiento de Obama y su visita a Cuba, cuando la
confrontación nación/imperialismo pareció perder todo sentido y el castrismo se
vio privado de su principal justificación para sus represiones y desastres
económicos y sociales.
En Cuba, la confrontación entre capitalismo y
socialismo es una falacia, por la sencilla razón de que la revolución
democrática del 59 no alcanzó siquiera sus objetivos democráticos, mucho menos
los socialistas, y lo que hizo fue estatalizar la política y la economía
concentrándolas bajo el poder de un grupito de "revolucionarios
profesionales" que en realidad administraron mal y de forma dictatorial,
para su propio beneficio y durante más de medio siglo, un capitalismo
monopolista de Estado, en nombre de una sociedad independiente, democrática y
socialista.
Hay que acabar de desenmascarar la
coartada "socialista" de la dictadura política y económica del
castrismo.
Recientemente, desde las páginas
oficiales se trata de impulsar una campaña contra supuestos intelectuales
centristas que, para la visión dogmática tradicional, estarían promoviendo la
restauración capitalista en Cuba de mano del "enemigo histórico".
En realidad, lo que ha estado ocurriendo
es un aumento cuantitativo y cualitativo de la disidencia en el propio entorno
de la intelectualidad oficialista, un corrimiento en ese sector, una toma de
conciencia sobre la realidad cubana, en la que va creciendo la idea de que no
es posible socialismo alguno sin democracia. Son grupos que, claramente, se van
decantando del modelo económico y político de capitalismo monopolista de Estado
y partido único típico del estalinismo. Simple: hay que pararlo.
Con esta campaña de las fuerzas visibles
de la contrainteligencia ideológica se intenta:
1.
Levantar una cortina de humo sobre la verdadera y principal
contradicción que frena el desarrollo de la sociedad cubana, entre la dictadura
y la democracia, que reivindican en diversas formas los grupos crecientes de la
oposición tradicional y corrientes socialistas democráticas, disidentes
desprendidas del oficialismo. Tienen que tratar de mantener intacta la visión
maniquea: con el "socialismo", con la Revolución, con el Partido y
con Raúl o con el capitalismo enemigo.
2.
Aislar políticamente esa corriente proveniente del oficialismo
al presentarla como parte de la actividad del "enemigo imperialista"
y boicotear su creciente influencia en el seno de las instituciones gubernamentales
y en la población
3.
Procurar una reacción de
esos intelectuales y grupos que los distancie más aún del resto de la oposición
democrática para tratar de evitar que se llegue a producir una confluencia
entre esas diversas tendencias y se creen las condiciones para un amplio frente
democrático que ponga en primer plano la lucha por la democracia frente a la
dictadura y pueda ahondar la crisis política del sistema cuando ya no está el
caudillo, su hermano ha anunciado su retirada del Gobierno y Venezuela -su
clon, aliado y mecenas- está en trance terminal.
Todos los partidarios de la democracia,
de dentro y de fuera, deberían acabar de echar a un lado todas sus diferencias,
intentos hegemónicos y acusaciones personales y poner en primer plano la
confluencia en la lucha por la democracia desde el respeto a las diferencias e
identidades.
La creación de un frente amplio
democrático de cara a la dictadura es el principal temor de la burocracia.
Hoy crece ese temor ante la experiencia
venezolana y explica la acentuación de esa táctica divisionista, el aumento de
la represión de la oposición y las presiones contra el cuentapropismo y el
cooperativismo que generan espacios de libertad, a los que se pretende condenar
a la reproducción simple evitando que puedan concentrar riquezas que permitan
su crecimiento y reproducción ampliada.
Los fundamentalistas del estalinismo
creen poder impedir el inevitable desastre del entuerto con el divisionismo, más
represión y violación a los derechos del pueblo cubano, pero así están
contribuyendo al agotamiento acelerado del sistema estatalista, al cerrar
eventuales espacios de reformas reales y democratizadoras, con lo cual
profundizan el abismo que va separando y aislando a la alta jerarquía
burocrática del resto de los ciudadanos.
Estas mismas acciones que realiza el
Estado-Partido-Gobierno, "un solo dios en tres personas", junto a la
represión prolongada, masiva y flagrante contra la oposición y la sistemática
violación de los derechos políticos, civiles y económicos del pueblo cubano
constituyen las más transparentes evidencias de que la contradicción principal
que está estancando el desarrollo de la sociedad cubana es la existente entre
dictadura y democracia.