A Caupolicán Ovalles
¿ Dónde está la Patria, hermano,?
Venezuela ¿dónde está ?
¿Qué máscara le han puesto
que no la reconozco ?
¿Cual enfermo maquillaje
le ha cruzado, burdamente,
sobre la herida, por tanto tiempo,
al descubierto ?
La prefería unida, y viva,
con sus lamentos ciertos
que se hacían cantos
al paso de cada corazón.
Si de su huella de puñal en el costado
salían lamentos,
nos dolía.
Si su memoria sudaba sangre,
nos dolía.
Cuando la herida
hacía correr su sangre
por la inmensa geografía
y bañaba el rincón
de nuestros muertos, gritaba
y nos dolía.
Cuando era un cuerpo vivo
que resistía y asía la espada
y cantaba himnos
y enfrentaba al enemigo,
nos dolía.
¿Donde está ahora que no la encuentro?
¿Quién apagó su voz ?
¿Quién quebrantó su espada de luz ?
¿Quién sumergió su manto de libertad
y la hizo estopa ?
¿Quiénes y en cual charca
pretenden sofocar su corazón ?
¿En cual polillosa estantería
van a esconder su memoria ?
¿En cual barranco echarán sus cantos ?
Patria mía, Patria nuestra,
¿Dónde rasgaron tu piel de primavera ?
¿Cómo hicieron para desmembrarte
y vaciar la miel de tus entrañas vivas ?
¿En cuál cueva apagarán tu luz ?
Patria mía, Patria nuestra,
que estas en la entraña de esta tierra,
dinos, con la mejor de tus voces,
¿cómo cantarte?
Te arrebatan tus lirios,
empañan el camino de tus pasos,
tapan con niebla oscura
la verdad de tu horizonte,
sofocan tus velas
tan de viento, tan de mar,
tan de montaña, tan de río,
tan de selva.
Te dejan en un charco
con tu sangre a chorros,
con tu sangre de llanto,
con tu sangre de luto,
con tu sangre.
¿Qué están haciendo contigo?
¿A dónde quieren llevar tus huesos
y esos lirios de amor
que nacen en ti cada mañana ?
No podemos dejarte a la intemperie.
Hay que recoger tu sangre,
sanar tu herida,
abrir tu memoria
para que corra
como corrían tu alegría y tu libertad.
Todo de Tí lo quiero vivo.
Para que siembra y duela.
Para que renazca y duela.
Para que sea parto vivo y duela.
Quiero, hermano, que todo tenga su rostro.
Que cada primavera la nombre.
Que cada rayo de sol
se haga canto en sus auroras.
Que la acaricien manos limpias.
Que la riegue la inocencia.
Que la mantenga en pie
la palabra del poeta.
Eso quiero hermano, para la patria.
Que nada altere su paisaje.
Que la montaña no conozca el fuego.
Que el río no sepa de la sequía.
Que el mar sepulte los vientos del huracán.
Que la vida sea sólo vida
y sus sueños conformen la eternidad.
Eso quiero, hermano,
eso quiero,
Para LA PATRIA
Caracas agosto de 1998