Al margen de las acepciones
historicistas, el término izquierda ha estado asociado a la construcción
de un imaginario libertario y humanista. Lamentablemente, una izquierda que nació en las jornadas
revolucionarias del siglo XVIII y ha terminado ahora abrazando a lo peor: al
militarismo, al nacionalismo, y a la reacción. Paradójicamente ha
escogido defender lo que cuestionaba en el pasado, los autoritarismos opresores, viveros de irracionalidad y de despotismo. Una
izquierda miserable que ha caído en una desideologización vergonzosa.
Es esa izquierda falsaria y reaccionaria la que le ha
brindado apoyo al gorilismo bolivariano, un proyecto militarista y reaccionario
que promueve un capitalismo de Estado explotador, la institucionalización de la
represión y la tortura, la criminalización de la protesta, el secuestro
de la autonomía de los movimientos sociales, y ha entregado nuestros
recursos mineros (arco minero) y energéticos (empresas mixtas) a las
trasnacionales.
Es una izquierda bastarda que
apuntala la militarización de la justicia, y la impunidad de milicos
criminales involucrados en masacres como la de Cantaura, Yumare, El Amparo,
barrio Kennedy. Son unos farsantes que guardan un silencio cómplice ante la
sistemática violación de los DDHH por parte del régimen, incluyendo la
existencia de escuadrones de la muerte (paramilitares) que operan impunemente
en coordinación con las fuerzas represivas del Estado. Son los cínicos del
siglo XXI que hablan del respeto de los derechos fundamentales, pero son
tolerantes ante la barbarie facho-madurista que promueve arquetipos de
pinochetistas como Benavides, Lugo Armas, González López.
Una izquierda farisea que asume una postura
celestina frente al falaz antiimperialismo bolivariano. Antiimperialismo que
inexplicablemente le inyecta más de un millón de barriles de petróleo diario a
la economía del tío Sam y que contribuye con importantes sumas de dinero para
la ceremonia de la toma de posesión del ultra reaccionario Donald Trump, así
como para la celebración del día de la independencia del “detestable imperialismo".
Son unos timadores ideológicos que han
apoyado las políticas antiobreras
del proyecto bolivariano, como la intervención de los sindicatos, la tercerización laboral, la judicialización de la protesta laboral, la
penalización del derecho a huelga, y la eliminación de la seguridad social.
Además, la supresión de la mayoría de las contrataciones colectivas y su
sustitución por convenciones únicas (visión corporativista de claro sello
nazi-fascista). La falsificación de estos
vándalos ha sido tan profunda que han convertido al viejo Marx en
alcahuete de sus políticas antiobreras.
Es una izquierda decadente que ha avalado
la manipulación de nuestra historia para
imponer su verdad, para
justificar sus barbaridades e inconsecuencias ideológicas. Son los Iglesias, Monedero, Lopez Obrador, Gonsalves, D'Elía, Bonafini, y Petras
entre otros, quienes falsean la realidad al ponderar al socialismo del siglo
XXI como la esperanza para los pueblos del continente. Son los lacayos que
mienten al publicitar éxitos “sociales” de la revolución inexistentes, y apego
y respeto a los DDHH, cuando ocurre todo lo contrario. Son los mismos tarifados
de conciencia prestos para calificar de fascistas a cualquiera que se atreva
criticar a la peste cívico-militar bolivariana.
Para vergüenza de quienes
hemos militado en la izquierda venezolana, hoy vemos a esa miserable izquierda
internacional apoyando al decadente neogorilismo de maduro y su pestilente
logia cívico-militar. Son los mismos cínicos que se cansaron de cuestionar -con
razón- la represión de los gobiernos
anteriores y hoy apoyan y hasta elogian las
violaciones de los DDHH implementada por el facho-gangsterismo
bolivariano.
Lamentablemente el
facho-bolivarianismo ha desdibujado ideológicamente a la izquierda venezolana,
la ha arruinado políticamente al adueñarse perversamente de su discurso e
iconos, la ha empantanado con el pestilente militarismo represor. Todo ello con
la complicidad de los tartufos de una izquierda tribal, excluyente y
totalitaria.
José R. López Padrino M.D. Ph.D.
Molecular Biosciences
School of Veterinary Medicine
University of California, Davis
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