........ sobre la base de un mini-golpe, Erdogan logró modificar a la Constitución y asegurar la absoluta fidelidad de los militares. No sin razón algunos medios lo han bautizado como el Maduro de Turquía. Sin embargo, la forma y estilo como Erdogan ha reconstruido al Estado hacen pensar más bien en el Hugo Chávez del fallido golpe del 11 de abril de 2002.
Como
a un limón ha exprimido Reccep Tayyip Erdogan al fallido golpe de Julio del
2016. Para él fue un regalo del cielo. Precisamente cuando estaba en retroceso,
oficiales sin base política, socialmente desconectados y sin apoyo del grueso
del ejército, intentaron llevar a cabo un golpe de estado.
Opinadores
aseguran que el golpe fue un invento de Erdogan para asegurar su poder,
instaurar una autocracia islamista y liquidar a sus enemigos. Probablemente no
fue así, pero definitivamente es lo mejor que pudo haberle sucedido.
Si
bien en el golpe participó solo un reducido grupo de oficiales y los partidos
de oposición dieron su apoyo al gobierno, Erdogan tenía, pocos días después,
miles de presos, más de cuarenta mil empleados públicos despedidos, radios y periódicos
clausurados. Tampoco desaprovechó la oportunidad para redoblar sus ataques en
contra de los kurdos cuya complicidad con el golpe nadie ha probado.
En
suma, sobre la base de un mini-golpe, Erdogan logró modificar a la Constitución
y asegurar la absoluta fidelidad de los militares. No sin razón algunos medios
lo han bautizado como el Maduro de Turquía.
Sin
embargo, la forma y estilo como Erdogan ha reconstruido al Estado hacen pensar
más bien en el Hugo Chávez del fallido golpe del 11 de abril de 2002. La diferencia
es que ese golpe no fue planificado. Por el contrario, resultó de incidencias
por nadie previstas. La semejanza es que ambos intentos fueron punteados a
favor del régimen.
Que
el empresario Pedro Carmona y el sindicalista Carlos Ortega hubieran tenido la
“brillante” idea de extender el curso de una gran manifestación hacia
Miraflores, que Chávez hubiera ordenado disparar a la multitud, que los altos
mandos no hubiesen acatado la criminal orden, que los generales no formaran
Junta y nombraran a Carmona presidente provisional, que este hubiera comenzado
a firmar decretos antisociales, y que los mismos “golpistas” a fin de evitar
una masacre hubiesen repuesto a Chávez, todo eso serviría al chavismo para
rehacer la historia y convertir al grotesco sainete en un golpe perpetrado por
“apátridas” al servicio del “imperio”.
Lo
cierto es que al igual que como sucedió después a Erdogan, los golpistas
abrieron las puertas a Chávez para que transformara al ejército en guardia
pretoriana, silenciara a la prensa y a la televisión y desmantelara a las
organizaciones sindicales y empresariales. Ambos presidentes, Chávez y Erdogan,
solo aprovecharon la imbecilidad de golpistas fracasados para iniciar su camino
hacia la conquista del poder total. En ese sentido siguieron el
ejemplo de Hitler cuando en 1933 se sirvió del incendio del Reichstag para
inhabilitar al parlamento y convertirse en “el gran dictador”.
Advertencia:
El 16 J-2017 la ciudadanía democrática venezolana, siguiendo la
directriz de un liderazgo colegiado, ha obtenido una de las victorias más importantes de su historia. La dictadura de Maduro se encuentra nacional e
internacionalmente arrinconada y millones de voluntades divisan una luz al
final del túnel. El de después del 16J será, tanto en sus movilizaciones como en sus eventuales negociaciones –sí, negociaciones- un tiempo crucial. No serán los días de ninguna hora cero. Pero sí serán días peligrosos. Puede darse incluso el caso de que, como ya sucedió con Chávez y Erdogan, Maduro intente utilizar la ansiedad de políticos hambrientos de figuración, ejemplares que, lamentablemente, no son escasos en la oposición. Una de las tareas más importantes de esa oposición será, por lo mismo, neutralizar y/o aislar a eventuales salidas divisionistas que atenten en contra de la vía aceptada por su mayoría. Esa vía, hay que repetirlo, es constitucional, pacífica, democrática y electoral.