No
me he cansado de analizar los videos. Una vez soldados disparando a quemarropa
sobre el pecho de un niño. Otra vez apiñados sobre el cuerpo de un estudiante
al que patean hasta dejarlo casi muerto. Otra vez haciendo añicos el violín de
un joven músico. Otra vez encerrando a un grupo de jóvenes en una cava para
bombardearlos con “gas del bueno” (como decía el muerto Chávez) Otra vez,
robando relojes y celulares a cualquiera persona. Y eso es solo lo que se ve.
Nadie sabe lo que pasa en los recintos carcelarios de Nicolás Maduro. Se habla
de maltratos, torturas, violaciones.
¿De
cuál infierno salieron esos demonios? ¿De qué madera está hecha esa gente?
¿Quién les metió tanto odio en el cuerpo? ¿Dónde yacen los límites de la
maldad? Maldad radical que no se esconde, maldad que no es banal como pensó una
vez Hannah Arendt frente a la maldad de quienes reciben ordenes con los ojos
cerrados.
Arendt
no era socióloga y no trabajaba con tipologías. Sin embargo, hay en algunos de
sus textos, particularmente en Orígenes del Totalitarismo, momentos en
los cuales la filósofa no resistió la tentación de proponer tipos sociológicos
a fin de lograr una mejor comprensión del totalitarismo antes de que los
representantes del poder colonizaran los espacios íntimos del ser, tal como lo
describiera Orwell en su siempre vigente 1984. La conclusión de Arendt
fue que todo orden totalitario es precedido por una alianza entre elites y
chusma (Mob)
LA CHUSMA
El
concepto de elite no fue usado por Arendt en el sentido que generalmente
conferimos al término, vale decir, a grupos selectos que aparecen en la
política, la economía y la cultura. Para Arendt las elites son grupos de poder
con acceso a las instituciones del Estado.
De
la misma manera, el concepto de chusma no debe ser confundido con el de masa.
Mientras este último hace referencia a multitudes que se articulan en torno a
una ideología, institución o líder, bajo chusma debemos entender a grupos
desarticulados, productos de la descomposición de un determinado orden social.
En cierto modo la chusma limita con el concepto de Lumpenproletariat, o
proletariado andrajoso, descrito por Karl Marx. Pero tampoco es lo mismo.
Mientras
para Marx el lumpen se encuentra en los últimos escalones, la chusma atraviesa
a todo el espectro social. No son los más pobres de los pobres. Alguien puede
tener dinero y al mismo tiempo ser parte de la chusma (es el caso de algunos
maleantes).
La chusma está formada por sectores ubicados fuera de las clases y de las
estructuras. Se trata de seres desarraigados, sin leyes, sin conciencia grupal ni
intereses definidos. Pueden llegar a ser miembros de bandas, traficantes de
cualquier cosa y, en determinadas ocasiones, tropas de choque al servicio de un
caudillo, de un partido, de una mafia y no por último, del propio Estado, ya
sea bajo la forma de colectivos para-militares, asesinos a sueldo e incluso
soldados.
LA
SOLDADESCA
Las
ideas de inspiración arendtiana ayudan a formular una tesis. Dice así: Cuando
los soldados no cumplen una función establecida por la Constitución dejan de
ser soldados y se transforman en soldadesca. Esa fracción de las tropas
militares que aquí llamamos soldadesca, es la chusma militarmente organizada.
Decimos
“esa fracción”. No todos los soldados son soldadesca. Hay los que solo
cumplen órdenes pues así lo indica su profesión. Pero es imposible evitar, por
otro lado, que entre los soldados de profesión aparezca la soldadesca, como ya
ha ocurrido en el caso venezolano o como sucedió en las tenebrosas dictaduras
del Cono Sur. Esa es la razón que explica la evidente sintonía establecida
entre la soldadesca con la chusma civil de los colectivos armados, equivalentes
maduristas de los camisas pardas hitlerianos.
En el asalto a la
AN perpetrado por la chusma uniformada de rojo se vió una vez más como la
soldadesca de la GNB hacía la vista gorda frente a las agresiones de sus
colegas “civiles”. Uniformados de verde o de rojo suelen ser en Venezuela
caimanes del mismo pozo. Entre el general Padrino y un delincuente como el
Cabeza de Mango no existe, seguramente, ninguna amistad personal, pero el punto
de conexión estratégica que los une es innegable.
La soldadesca no actúa de modo autónomo. Cuando comete delitos es porque
así lo han determinado los altos mandos, o elites militares. No de manera
explícita, pero sí tácita. Ningún general ha dicho a la soldadesca, disparen a
mansalva, cometan atrocidades. Pero sí han dicho que los manifestantes son
terroristas, enemigos de la patria y, por lo mismo, deben ser combatidos con
todos los medios.
Tampoco
los generales de Milosevic ordenaron a las tropas serbias violar a las mujeres
del Kosovo. Pero sí les dijeron que ellos eran amos y dueños de los territorios
que iban a “liberar”. Se configura así, en determinadas ocasiones, una
relación de comunicación implícita entre las elites del ejército regular y la
chusma convertida en soldadesca. Por esa misma razón no debe extrañar que
la soldadesca de Maduro actúe en su propio país como si fuera un ejército de
ocupación.
De
hecho son extranjeros sociales. Sin uniforme podrían ser atracadores,
asaltantes de camino, matones de prostibulos, en fin, chusma. Con uniforme, son
soldadesca. Pueden cometer delitos, mas no serán castigados. Todo lo contrario.
Serán elevados por el Dictador Supremo a la categoría de “defensores de la
patria”. Más aún: recibirán condecoraciones y, por si fuera poco, armas de
fuego. Licencia para matar. De pronto adquieren un poder nunca imaginado en sus
perras vidas: decidir sobre la vida de otras personas. La soldadesca
practica una suerte de cartesianismo pervertido. “Puedo matar, luego soy”.
El
arma de fuego transforma la psiquis del soldado-chusma de la misma manera como
el fusil –lo advirtió hace ya tiempo el psiquiatra Frantz Fanon- transforma la
mente del oprimido (del colonizado). La diferencia es que el oprimido de Fanon
descubría a través de un arma la posibilidad de matar al amo. La soldadesca, en
cambio, es usada por el amo (el Dictador, el alto mando) no para matar al amo,
sino a los oprimidos.
El arma de fuego libera a la soldadesca de modo negativo. La libera de la
Constitución, de las leyes, de la moral, de su propia conciencia. La soldadesca
puede dar rienda suelta a sus instintos de destrucción y muerte con impunidad.
Pero sobre todo a sus odios. ¿Y hay algo que odie más la soldadesca que a los
estudiantes?
Si
entre soldados y estudiantes la animadversión es compartida, con mucha mayor
razón cuando los soldados son transformados en soldadesca. Así nos explicamos
por qué esa chusma uniformada experimenta un inusitado goce cuando dispara
sobre esos jóvenes, propietarios, para ellos, de un saber extraño e inútil.
Ellos son, como los llamaba Chávez -nunca pudo ocultar sus profundos
resentimientos- “hijitos de su papá”. No hombres de verdad, como imaginan ser
los miembros de la soldadesca.
LA ELITE
La alianza entre la soldadesca y los altos mandos es la expresión militar
de la maligna alianza que se da entre la chusma y las elites. Esas elites, sin
embargo, tampoco son autónomas. Han sido seleccionadas. Como miembros del poder
forman parte activa del estamento político. Generales como Padrino López o
Benavides Torres no son solo agentes armados de la dictadura. Junto a Maduro,
Cabello y otros, son miembros de la clase dictatorial
La
alianza entre las elites militares y la chusma militarmente organizada (o
soldadesca) hace aparecer por momentos a la dictadura como un fortín
inexpugnable. Efectivamente, desde el punto de vista militar lo es. No ocurre
así desde el punto de vista político.
Por
una parte, las elites militares conviven en el mundo social. Como tales son
receptores del malestar que genera la dictadura. Con toda probabilidad hay
entre ellos algunos que añoran los tiempos en los cuales podían ser dignos
profesionales de las armas. Saben que tarde o temprano serán juzgados como
crueles esbirros. No deja de ser sintomático el hecho de que, llamados a retiro
se convierten en duros críticos de la dictadura. En Venezuela se dice que no
hay nadie más demócrata que un general retirado. En suma, los miembros del alto
mando viven con la conciencia dividida. Desean ser parte del poder político
pero no quieren pasar a la historia como ejecutores de atrocidades
innombrables.
Por
otra parte, las elites militares no son homogéneas. No todos gozan de
las dulces mieles del poder. Los mandos intermedios no quieren en muchos casos
hipotecar su futuro profesional sirviendo a una dictadura en crisis, a una que
tarde o temprano será derrotada. En breve, no son pocos los oficiales que acarician
el legítimo deseo de asegurar la continuidad de su profesión en una era
post-dictatorial. Esa es la razón por la cual los mandos intermedios
constituyen el eslabón más débil de la cadena militar. Los dictadores lo
saben. Y lo temen.
Nadie sabe con exactitud cual será el comportamiento de
los militares en los decisivos días que se avecinan. Lo único que se sabe es
que la alianza entre las elites y la soldadesca no será eterna. El fin de esa
alianza está condicionado por el crecimiento del movimiento constitucional. Eso
quiere decir, mientras más tiempo pueda mantenerse la movilización democrática
y mientras más amplia sea su magnitud, mayores serán las expectativas para que el ejército en su conjunto termine reconociendo a la
Constitución de 1999, la misma que sus elites traicionaron en nombre de una
revolución que nunca existió.
Unidad, persistencia y amplitud. Esas son las tres palabras que llevarán al fin de
la dictadura.
PS - EL 16J EL PUEBLO DEMOCRÁTICO DE VENEZUELA TENDRÁ UNA CITA CON LA HISTORIA !A VOTAR!
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