san francisco la matadero palma como lata de sardinas
la niebla el primer trueno un día cayó la nieve y nos volvimos locos putas la
payasá el cielo parece agua de pozo la cordillera dicen que una vez se vió
empleados públicos por todas partes mil perros desfilando detrás de una
pekinesa extraviada desde la quinta normal a las condes se extiende la diversidad del ser en su más pura esencia hacia las cachas grandes las escuelas primarias para primates y el manicomio los
liceos nocturnos la calle londres era entonces una calle nada más que una calle
la casa de la carlina la esquina donde te besé los cardenales rojos la escuela
guillermo mata mi tía pololeando en la puerta de la casa con el yoni y el colo
colo que ha sabido ser campeón y cuando se incendió la fábrica de fuegos
artificiales de la calle chiloé nunca fuimos tan felices contemplando las llamas que arroja la
vida.
Anoche soñé con Santiago de Chile
perdido en la bruma después de una borrachera de locos ví a
jesús crucificado en las puertas de una iglesia cuyo nombre no recuerdo y la
multitud cantaba adiós al séptimo de línea mientras el cóndor del regimiento
maturana se elevaba desde la tierra hacia el cielo donde nubes de sangre lo
acosaron en corrrecta formación
Creo que nunca me vine. Creo, por lo mismo, jamás
regresaré.