Sin la justicia ¿qué
serían de verdad los reinos sino bandas de ladrones? ¿Y que son las bandas sino
pequeños
reinos? (San Agustín, La
Ciudad de Dios)
El general Vladimir Padrino López declaró a José
Vicente Rangel (El Universal 29/5/17) que “la crisis tendría solución
hoy mismo si hubiese voluntad política y que el problema es de los políticos,
no de la fuerza Armada, ni de la Iglesia ni de los empresarios”
Un observador poco
avisado podría llegar a la conclusión de que el general dijo una verdad tan
grande como un camión. Y deducido, además, que la culpa de la tragedia
venezolana reside en los políticos “de ambos lados”; incapaces de llevar a cabo
un diálogo constructivo frente a diferencias fáciles de resolver.
Sin embargo,
cualquiera que siga con atención los acontecimientos venezolanos, podrá darse
cuenta de que la verdad del general tiene el tamaño de una hormiga. Pues esa
verdad esta construida sobre la base de tres grandes mentiras.
La primera es que
uno de los supuestos interlocutores no puede ser un interlocutor político pues
ha roto definitivamente con la política como medio de comunicación. En el
hecho, quienes gobiernan son políticos- antipolíticos.
La segunda mentira
es que hay un tema de discusión. Lo que existe es algo distinto: un dilema: si
Venezuela va a ser regida por una Asamblea Constituyente impuesta por un grupo
muy reducido o por la Constitución aprobada por la ciudadanía el año1999
bajo el gobierno del presidente Chávez.
La tercera mentira
dice que la solución se encuentra en manos de los políticos. Quizás pudo
haberlo estado alguna vez. Pero en los momentos en que Padrino dio la
entrevista, cualquiera solución pasa por las manos de los militares. Militares
que, al igual que los civiles del régimen, son consumados políticos de la
anti-política.
Intentaré a
continuación extraer la verdad de esas tres mentiras.
De acuerdo a la
primera mentira el régimen estaría formado por políticos dialogantes. Eso no es
así. No como insulto, sino dicho en el estricto sentido de San Agustín, el
régimen esta formado por “una banda de ladrones”. Si un director de cine
decidiera hacer un filme sobre los últimos días del gobierno Maduro, podría
titularlo perfectamente: “El régimen de los cinco robos”.
El primer robo ocurrió
después del triunfo del 6-D. Mediante la creación de un TSJ formado por
militantes del PSUV, el gobierno procedió a robar las atribuciones del
Parlamento. Con ello robó, además, las competencias legislativas de la AN,
eliminó la posibilidad del diálogo interpartidario y desconoció el dictamen
derivado de la ciudadanía popular.
El segundo robo fue
el del Referendo Revocatorio del 2016, procedimiento inscrito en la Constitución por voluntad del propio presidente
Chávez.
El tercer robo fue
el del Diálogo Nacional, diálogo al que accedió la oposición solo porque entre
los mediadores estaba el Vaticano. Nadie podía prever que Maduro manipularía al
Papa para frenar las movilizaciones desencadenadas por el robo del Revocatorio.
El daño
provocado por Maduro a la comunidad cristiana venezolana ha sido enorme. Sus
verdaderas dimensiones todavía no han sido evaluadas.
El cuarto robo fue
nada menos que el de las elecciones regionales pautadas para el 2016. Con ese
robo, el régimen destruyó los restos de democracia formal que pervivían en el
país.
Por último, la
imposibilidad de frenar constitucionalmente a las elecciones, llevó al régimen
a cometer el quinto robo: el más terrible de todos, el que nunca puede cometer
un gobierno. Pues esta vez no solo robó pedazos de Constitución, como lo venía
haciendo. Robó a toda la Constitución.
El país, ya nadie lo
puede ocultar, está gobernado por una banda de ladrones.
La segunda mentira
de Padrino, la que supone que existen objetos a negociar entre “los políticos”,
no es más que un derivado del robo de la Constitución.
Como militar,
Padrino sabe que lo único que no se puede negociar es la Constitución. La
Constitución es una, es indivisible y es intransable. La Constitución es el
acta fundacional que constituye a la nación. La Constitución es la nación
puesta en forma. La Constitución es el vínculo que une a los ciudadanos con el
Estado. Anular a la Constitución es traicionar a la patria.
Desde el momento en
que Maduro intenta sustituir a la Constitución por una Constituyente de
inspiración fascista, ha pasado a ser un presidente anti-constitucional. ¿Cree
el general Padrino que con buena voluntad se puede negociar la Constitución de
todo un país?
Destacados
constitucionalistas han sometido el proyecto de la Constituyente a intensos
exámenes. Todos, coincidiendo con la impecable presentación de la fiscal Luisa
Ortega Díaz, han determinado que se trata de un texto ilegítimo e ilegal, tanto
en su origen como en su contenido y sentido.
En su origen, porque
no ha nacido de una comunicación entre gobierno y pueblo (la verdad, nunca
nadie salió a la calle a pedir una Constituyente). En su contenido, porque
altera la progresión democrática de los derechos humanos. Y en su sentido,
porque su objetivo principal es la anulación del sufragio universal.
Hay incluso
confesiones de partes que eximen pruebas. Con la Constituyente, dijo Isaías
Rodríguez, liquidaremos a la oposición. Con la Constituyente, dijo Diosdado,
terminará la inmunidad política. Con la Constituyente, dijo Iris Varela,
acabaremos con la Fiscal y la Fiscalía.
Así ha quedado
revelada la verdadera intención del régimen: la Constituyente de Maduro no
tiene otro propósito que no sea impedir por todos los medios las elecciones
democráticas, es decir, el derecho más elemental de todos los pueblos de la
tierra.
La Asamblea
Constituyente de Maduro/Cabello certifica el nacimiento de una nueva dictadura
militar – sí Padrino, militar- en América Latina. Hasta la Constitución de 1980
dictada en el Chile de Pinochet puede ser vista hoy como un primor democrático
comparada con la que intenta imponer Maduro.
La tercera mentira
emitida por el general Padrino aparece cuando afirma que la solución se
encuentra en mano de los políticos y no de los militares. Mentira muy grande si
se tiene en cuenta que Padrino es miembro de la Junta Cívica Militar formada
por Maduro. Padrino, como otros generales, aunque practican una política
anti-política, son militares políticos ocupando puestos políticos.
Fue el mismo Maduro quien expuso con su
brutalidad acostumbrada la relación entre la Asamblea Constituyente y las FANB.
Ocurrió cuando dijo: “O Constituyente o guerra”. A diferencia de otras, esta no
fue una simple bravuconada. Pues una guerra solo puede ser realizada entre dos.
O entre el ejército contra la ciudadanía en las calles, o entre un ejército
dividido entre constitucionalistas y maduristas. ¿Cómo puede ser llevado a cabo
un diálogo político con un presidente que amenaza a su pueblo y a su ejército
con guerras?
Sin embargo, hay un
punto en el cual el general Padrino tiene cierta razón. Es cuando dice “la
crisis podría solucionarse hoy mismo si hubiese voluntad política”.
Efectivamente, el mismo general Padrino, con un poco de voluntad política,
podría resolver la crisis en muy poco tiempo. No con un golpe militar (¿para
qué?, los militares están en el poder) Bastaría que dijera solo una frase. Esa
frase es: “Las FANB solo reconocen la vigencia de la Constitución de 1999,
la misma que juramos defender”. Ni una sola palabra más.
Al día siguiente de ser
pronunciada esa frase, la paz volvería al país. No habría más muertos sangrando
por las calles. Los niños
irían a las escuelas, novias y novios se besarían en los parques, los políticos
comenzarían a prepararse para las próximas elecciones, y el ejército sería
respetado, no por haberse puesto al servicio de una banda de ladrones, sino por
haber cumplido con su deber, acatando la letra y el espíritu de esa
Constitución que una vez fue chavista y hoy es de todos.
No basta denunciar
atrocidades; hay que impedirlas. Para eso hay que decir solo una frase. ¿Por
qué Padrino no pronuncia esa frase? ¿Intoxicación ideológica? ¿Negociados
ilícitos? ¿Falsas y absurdas juramentaciones? ¿O todo a la vez? Los
historiadores, en un muy próximo futuro, lo descubrirán.
San Agustín tenía
razón: sin justicia (sin Constitución) los reinos (los gobiernos) son simples
bandas de ladrones.