Precisamente,
esta última característica, la electoral, fue la que impulsó a Maduro a robar
el Revocatorio. Medida que después se hizo extensiva a todas las elecciones en las cuales el
régimen pudiera perder, es decir a todas, sin excepción. Visto desde esa
perspectiva, cuando el régimen robó el Revocatorio, se declaró ante sí y frente
al mundo como anti-electoral.
Fueron
esas las razones por las cuales la dirigencia de la oposición entendió que
frente a la palabra elecciones estaba el talón de Aquiles del régimen.
Evidencia que no lograron captar los extremistas de la otra orilla, esa
fracción anti-política denominada “oposición a la oposición”, la misma que
calificó de “electoralistas” a todos los que exigían elecciones, aduciendo
incluso que no tenía sentido llamar a elecciones frente a un régimen
anti-electoral. Con la poca inteligencia política que siempre los ha caracterizado, no
lograron darse cuenta que, precisamente porque el régimen es anti-electoral, la
palabra elecciones tenía un efecto mortífero. Las elecciones son, para decirlo
en términos figurativos, la flecha envenenada apuntando hacia el talón de
Aquiles de la dictadura.
Gracias
a la palabra elecciones la oposición ha logrado por primera vez en su historia
reunir un significativo apoyo internacional, apoyo que ha llevado a la
dictadura al más desolador aislamiento, incluyendo su auto expulsión de la OEA.
Gracias a esa palabra, Maduro rompió públicamente con la Constitución dando a
luz a ese obsceno mamarracho, corporativista y fascista, llamado Asamblea
Constitucional Comunal. Gracias a esa palabra, en fin, el de Maduro ha llegado
no solo a ser, sino a parecer, como un gobierno fuera de la ley. Por eso mismo
deberá ser destituido, de acuerdo a la Constitución y las Leyes.
Nunca
la oposición llegó a estar tan unida ni la comunicación entre los partidos y
sus seguidores ha sido tan fluida como ha venido ocurriendo desde el 2 de
Abril. Ni siquiera el Vaticano logró dividirla. Atrás quedaron los días del
fallido diálogo y de los intermediarios chimbos. No hay ningún motivo entonces
para cambiar de línea o de ruta.
La
Constitución, con mayor razón que antes, deberá seguir siendo el programa de
todos los venezolanos democráticos, incluyendo a los que desertan y desertarán
del chavismo. Y la palabra elecciones, fue, es y será, la flecha envenenada
apuntando hacia el talón desnudo del criminal dictador.