Viernes de la Poesía: Sergio Rodríguez Saavedra (Chile) - de su libro Patria Negra Patria Roja, TRES POEMAS
0.1.3
La camanchaca soy yo.
El agua, su negocio.
El espejismo.
La foto, su revelado.
El marco, cuyo vidrio opaco
no dejar ver las imperfecciones
del sol. Mi piel roja
es el contraste y se vende bien.
El arte está en la lengua
del empleado.
La camanchaca es la humedad
de mis ojos, tan viejos mis ojos,
pensando la conscripción
de mi hijo,
mirando las estrellas del Sernatur
aquí, en este rincón de la noche
El agua, su negocio.
El espejismo.
La foto, su revelado.
El marco, cuyo vidrio opaco
no dejar ver las imperfecciones
del sol. Mi piel roja
es el contraste y se vende bien.
El arte está en la lengua
del empleado.
La camanchaca es la humedad
de mis ojos, tan viejos mis ojos,
pensando la conscripción
de mi hijo,
mirando las estrellas del Sernatur
aquí, en este rincón de la noche
0.1.4
Ya sabes Susana,
me huacho de patria cuando escondes tu cama. Me ñeclas
de polvo y de agua cuando secas tus manos en banderas negras.
Curiche todo sin noche ni manta como fosa abierta
entre los piques quiero decirte Chile pero la leva corre
calle arriba y desde el bus se alarga y angosta en la distancia.
Me destino en la camanchaca que va cubriendo
este camino que siempre nos aleja de todos, rumbeando
hacia un sol que destiñe su hora. Me cuadro en el silencio
que susurra entre los tamarugos “olvida a quienes
ya no puedas amar, el secreto letargo de los cuerpos perdidos”
y dejo que todo pase, como pasa un aire de huesos.
Ya sabes Susana,
me huacho de patria cuando escondes tu cama. Me ñeclas
de polvo y de agua cuando secas tus manos en banderas negras.
Curiche todo sin noche ni manta como fosa abierta
entre los piques quiero decirte Chile pero la leva corre
calle arriba y desde el bus se alarga y angosta en la distancia.
Me destino en la camanchaca que va cubriendo
este camino que siempre nos aleja de todos, rumbeando
hacia un sol que destiñe su hora. Me cuadro en el silencio
que susurra entre los tamarugos “olvida a quienes
ya no puedas amar, el secreto letargo de los cuerpos perdidos”
y dejo que todo pase, como pasa un aire de huesos.
02
Demasiado tiempo, dura, agarrotada,
cuando abrí la mano para sentir la extensión de la vida
un obrero tomó un martillo y comenzó a clavarla.
Si este no es un madero y yo no soy Cristo, qué diablos…
Primero la piel desgarrada, después los huesos triturán-
dose, el dolor que un viento insoportable, uno de esos
que llegan atravesando el mar hasta los montes, se metía
vena adentro de estos arenales.
El obrero se limpió el sudor con el anverso del guante
y siguió golpeando con furia. Pero esto es Peñuelas
pero el verano de 2000 pero me puse Rayfilter 50.
No había bebido, no estaba insolado ni dormitaba
y solo faltaban dos, dos malditos días para dejar de sangrar.
Demasiado tiempo, dura, agarrotada,
cuando abrí la mano para sentir la extensión de la vida
un obrero tomó un martillo y comenzó a clavarla.
Si este no es un madero y yo no soy Cristo, qué diablos…
Primero la piel desgarrada, después los huesos triturán-
dose, el dolor que un viento insoportable, uno de esos
que llegan atravesando el mar hasta los montes, se metía
vena adentro de estos arenales.
El obrero se limpió el sudor con el anverso del guante
y siguió golpeando con furia. Pero esto es Peñuelas
pero el verano de 2000 pero me puse Rayfilter 50.
No había bebido, no estaba insolado ni dormitaba
y solo faltaban dos, dos malditos días para dejar de sangrar.
http://letras.s5.com/srod121216.html