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El Pueblo, la
Constitución y el Revocatorio: tres instancias distintas y una sola Unidad: no
más.
A través de esa no
santísima trinidad los partidos que conforman a la MUD se comprometieron el
26-S a impulsar el RR16 con el propósito de poner fin no a un simple gobierno
sino a una forma de estado; no a un mandato presidencial sino a un régimen; no
a una persona sino a un sistema de dominación militar y política. Por esas
razones, el día 26-D –probablemente será un día histórico- la MUD exigió que el
Revocatorio deba tener lugar el año 2016 y no después. No hay ninguna razón
técnica ni organizativa que lo impida.
La Constitución
especifica de modo claro que la circunscripción correspondiente a un acto de
dimensiones nacionales no puede ser otra sino la nación y no los estados de la
nación. Y si aún subsistieran dudas, existe en todas las legislaturas del mundo
el peso de los casos precedentes. Durante Chávez los plebiscitos siempre fueron
llevados a cabo sobre la base del principio de la nación como circunscripción
territorial única. La trampa tendida por las rectoras fue tan grotesca que ni
siquiera constitucionalistas afines al gobierno se han atrevido a avalarla.
De hecho, antes del
26-S no era difícil percibir dentro de la MUD posiciones discrepantes con
relación a la actitud a asumir frente a la violación constitucional cometida
por las rectoras del CNE. Esas diferencias fueron finalmente ordenadas en dos
frentes.
A un lado quienes,
con muy buenos argumentos, opinaban que la MUD no podía avalar una violación
constitucional tan flagrante como la cometida por el gobierno. Al otro quienes,
también con muy buenos argumentos, afirmaban que la MUD no debería abandonar la
ruta trazada por el RR16, aún en las condiciones planteadas por el régimen.
Las dos opciones
reclamaban para sí el principio de la legitimidad. Unos la legitimidad que
procede de la letra de la Constitución. Otros la que proviene de una noción
básica de justicia, noción derivada de un principio natural que precede a toda
constitución.
La pregunta que
deben haberse hecho los defensores de la primera opción pudo haber sido la
siguiente: ¿Cómo vamos a presionar a un gobierno para que acepte el mandato
constitucional si nosotros mismos no lo acatamos al pie de la letra? A su vez,
la pregunta que se hicieron los representantes de la segunda podría haber sido:
¿Vamos a desperdiciar la oportunidad histórica que se nos ofrece para
desacreditar gracias a nuestra inmensa mayoría electoral a un gobierno que dice
representar al pueblo?
No se necesita
demasiada clarividencia para imaginar que algunos líderes de la MUD sentían
tener un hierro caliente entre las manos. Fue tal vez esa la razón por la cual,
con muy buen criterio, decidieron tomarse un tiempo para debatir. Podemos
imaginar, además, que ese debate interno no fue versallesco. Es imposible que
en estos casos la emocionalidad, antiguos rencores, desavenencias mantenidas,
no asomen en medio del intercambio retórico. Por eso, lo asombroso no es que
hubieran discutido duramente entre sí, sino que al fin hubieran podido llegar a
un acuerdo. Más asombroso todavía es que ese acuerdo logró integrar de un modo
lógico y armónico a ambas posiciones en una sola.
El documento –dado
a conocer por Chúo Torrealba en el Complejo Deportivo Parque Miranda de Caracas
frente a una expectante multitud- es una muestra de como, cuando impera la
hegemonía de la política, la unidad en la diversidad y la diversidad en la
unidad dejan de ser nociones filosóficas para transformarse en imperativos
políticos de gran relevancia.
Efectivamente. La
MUD ha aceptado el desafío del gobierno. Llama a votar durante los días
fijados: el 26, el 27 y el 28 de Octubre. Pero no convoca a votar como se vota
en comicios normales. Esa votación asumirá el carácter de una insurgencia
electoral cuya única arma es el voto. A la vez –quizás es lo más
decisivo- la oposición desatará en los días que preceden a la fecha
revocatoria, una intensa movilización cuyo objetivo será presionar al gobierno
para que retire los elementos anticonstitucionales inscritos en el texto
electoral, sobre todo el punto referido al 20% por Estado. El día 12-O asoma ya
como un nuevo 1-S. Tal vez más duradero, tal vez más combativo, tal vez más
profundo.
El hecho de que la
declaración de la MUD integre a dos posiciones que parecían ser antagónicas no
debe hacer creer de que estamos frente a un documento ecléctico. Todo lo
contrario. Los dirigentes de la MUD lograron entender que ambas posiciones no
son excluyentes sino, además, interdependientes entre sí. Cada una es la
condición de la otra. Así la lucha por la defensa de la Constitución no puede
llevarse a cabo si es omitida la lucha por la realización del Revocatorio. A la
vez, esta última adquiere una nueva dimensión cuando se convierte en lucha por
la defensa de la Constitución.
Antes de que las
cuatro rectoras emitieran su escandaloso comunicado, el Revocatorio aparecía
como un simple procedimiento constitucional. Después del comunicado ha llegado
a ser algo más. A través de la defensa del Revocatorio lo que está en juego es
la propia Constitución. O en otras palabras, antes del comunicado oficial, el
RR16 era constitucional. Después llegó a ser constitucionalista. Eso quiere
decir que a partir del 26-S, con la declaración de la MUD hecha después de
haber consultado a diversas organizaciones civiles y religiosas, el pueblo se
constituye como pueblo político en defensa de la que ha llegado a ser “su”
Constitución.
De este modo, entre el pueblo, la Constitución y el RR16 ha sido formada una relación dialéctica difícil de entender por las ideologizadas cabezas de Maduro, Cabello y Rodríguez.
De este modo, entre el pueblo, la Constitución y el RR16 ha sido formada una relación dialéctica difícil de entender por las ideologizadas cabezas de Maduro, Cabello y Rodríguez.
Como Ceausescu,
Castro (da igual cual de los dos) o Gadafi, los mandatarios venezolanos no
logran entender que el pueblo ya no son “ellos”. Sin duda, algunos, intuyendo
que con su revocación no tendrán ninguna posibilidad de retorno, no vacilarán
en recurrir al único argumento que les resta: el de la fuerza bruta. Pero lo
que tampoco saben es que hechos históricos han demostrado hasta la saciedad que
el poder –contrariando a los desvaríos de Mao Tse Tung- no nace del fusil.
Nunca una tiranía ha podido en contra de una mayoría políticamente organizada.
¿Y si el régimen
logra de todos modos cerrar con su fuerza represiva a la vía revocatoria? Aún
así. Si lo llegara a lograr quedará tan debilitado, incluso ante su propia
gente, que ya no podrá sostenerse más sobre sí mismo.
El Revocatorio,
visto así, aparece no solo como un trámite electoral. Es, o ha llegado a ser,
un movimiento social y político. Esa es su lógica. Esa es su dinámica.