Algunos
lo buscan en el
filo de los oceanos
Otros
en la nerudiana
tela de la cebolla
No faltan
quienes dicen
haberlo visto
colgando desnudo
de una rama
Hay
quienes lo
suponen escondido
en el fondo de la
materia oscura
No excluyo
a los que creen
que habita
en los potos de
las damas
Yo,
el impenitente,
el inconsciente, el reticente
no lo busco,
sé que lo tengo
para mí solo
cuando afónico de
tanto gritar lo llamo.
Pero nunca llega
a tiempo.
Jamás apagará el
fuego malo de este infierno