Hoy rodeado de
calcetines,
calzoncilllos y
antiguallas, he estado
leyendo a Rubén
Darío, qué tiempos aquellos,
los de los
versos, cuando los poetas cantaban,
payaban, y
ninguno como Anton Julian
escribía con las patas colgando del vacío.
Ninguno pensaba
en la otra vida
La metafísica era
física nupcial y el amor
se contentaba en
un lecho romano
rodeado de
querubines, arpas y laureles.
Jamás llegaban los
versos más arriba de las rodillas
Nadie recitaba
como hoy: a calzón quitado y sin levita.
Hoy ya ni se sabe
que es la poesía.
Pero después de leer a los versos de Rubén
costará un
mundo no escribir en rima.
Eran otros
tiempos aquellos
Los respeto. Los
envidio.
Casi los venero.
Casi los deseo.
¡Y hasta me dan
ganas de morirme de amor!