Si las cosas se dan como hasta ahora se
están dando, la oposición venezolana alcanzará un inapelable triunfo en las parlamentarias
del 6-D. Si así ocurre, ese será el resultado de un proceso comenzado con la
candidatura presidencial de Manuel Rosales el año 2006. Un largo proceso, no
electorero ni electoralista como dicen los extremistas, sino –y eso es muy
distinto- constitucional.
Tolo lo que es la oposición se lo debe
a la Constitución. Todo lo que es la Constitución se lo debe a la oposición.
Esa Constitución originariamente chavista fue defendida y hecha suya por toda
la oposición en contra del mismo Chávez, obteniendo su, hasta ahora, más grande
triunfo electoral (2007). Desde ese momento la oposición la hizo suya.
Con el libro azul de la Constitución en sus
manos los candidatos de la oposición democrática han mantenido una línea electoral ascendente. Por esa misma razón, la alternativa
que deberá ser abierta a partir del 6-D solo puede ser una: El inicio de la
re-constitucionalización del país. La democratización vendrá después.
En ningún caso deberá ser la hora de la
venganza.
La venganza no es un derecho y por lo
mismo no está estipulada en ninguna Constitución. Tampoco, eso es cierto, está
estipulado el derecho al perdón.
No será por tanto, un triunfo electoral
–si es que tiene lugar- la hora de ejercer venganza ni de conceder perdón. Pero
sí será la hora de comenzar a someter a toda la nación bajo el imperio de la
Ley. Si la oposición lo logra, en Venezuela habrá sido realizada una verdadera obra de arte política.