El
Partido estrella, el de la renovación, el que daría un nuevo impulso a la vida política,
iba a ser, según todas las opiniones, Podemos. Ciudadanos venía de Cataluña,
tenía 8 años de vida, mantenía un crecimiento sostenido pero sin estridencias,
no convocaba a multitudes, en fin, para sus adversarios no pasaba de ser una
fracción moderna del PP. Las cosas, sin embargo, se han dado de modo diferente.
En
las elecciones del 27-S de Cataluña en las cuales era esperado el triunfo de
los secesionistas, el gran acontecimiento no fue ese sino la alta votación
obtenida por Ciudadanos. ¡Más que el PP y el PSOE juntos!
Hoy
el partido con más posibilidades de detener al secesionismo catalán es un
partido catalán. Desde sus primeros momentos, Ciudadanos, sin negar sus
orígenes, ha levantado una política para toda la nación española. Razones
suficientes para que intentemos buscar una respuesta a la pregunta: ¿Qué es
Ciudadanos?
Como
ya hemos dicho, es un partido catalán no secesionista. A diferencia de otros
partidos de la región, no defiende una cultura atávica. Viene de la Cataluña
económica y cultural moderna, bilingüe y cosmopolita, en fin, de una que no se
encierra en rencores y miedos tribales y, por el contrario, abre sus alas con
generosidad a todo el país.
Gran
parte de las fuerzas de Ciudadanos reside en las grandes ciudades. En estricto
sentido hace honor a su nombre. Ciudadanos es un partido de ciudad. En el
sentido griego del término, es un partido de polis.
Así
como en las antiguas polis griegas los ciudadanos no eran solo los que vivían
en la ciudad sino los que no estaban sujetos a obligaciones y por lo tanto
tenían tiempo para pensar y polemizar, Ciudadanos ha logrado unir en su torno a
destacados profesionales activos en los campos de la economía, la comunicación
y la cultura. No es, sin embargo, un partido de elite. Tampoco es clasista. Sus
políticas no están ligadas a ningún sector específico de la sociedad española.
Puede
decirse que Ciudadanos es un partido gestor. Frente a cada problema busca
soluciones racionales. Por lo mismo –es su diferencia con Podemos- no es un
partido ideológico. Eso no quiere decir que carezca de principios. En gran
medida intenta concentrar en sí los legados más caros del liberalismo político
como son la defensa de los derechos humanos, la solidaridad con los necesitados
y un innegable apego al orden constitucional. Razones que lo llevan a crear
cierta empatía con los sectores modernos del PP y con gran parte del PSOE.
No
obstante, a diferencia de los dos partidos grandes, Ciudadanos no es tributario
de ningún pasado, es decir, no está atado ni en sentido positivo ni negativo a
ninguna tradición histórica. Nadie puede decir -es la gran diferencia con el
PP- que dentro de su organización pervivan matices franquistas. Tampoco
proviene de un gran movimiento social, como socialistas y comunistas del
movimiento obrero o como Podemos de las rebeliones de los Indignados. No es un
partido “pasadista”. Tampoco enarbola banderas futuristas. En el sentido
correcto del término, es un partido “presentista”.
Su
nacionalismo, catalán y español, no reside en gestas reales o inventadas, sino,
dicho en las palabras de Albert Rivera, en un patriotismo constitucional
(concepto de Jürgen Habermas). De acuerdo a Rivera, España necesita una nueva
constitución que atienda a la realidad heterogénea de la nación y regule de
modo más armónico la relación entre las municipalidades, el Estado y las
comunidades.
A
la pregunta de sí es de derecha o de izquierda, no hay respuesta clara. Pues
bien, justamente en esa falta de claridad reside la gran novedad de Ciudadanos.
Algunos de sus contingentes, es cierto, vienen del PP, pero de un PP que había
arrebatado votos al PSOE. Más aún: la tendencia es que, como ya sucedió en
Cataluña, el PSOE comenzará a perder más votos frente a Ciudadanos que frente a
Podemos.
La
razón parece ser la siguiente: Ciudadanos es un partido más moderno que
Podemos. Este último, montado sobre las movilizaciones de los Indignados de
2011, no ha podido desligarse de las ideologías más arcaicas de la izquierda
española. No son pocas las veces en las cuales a través de las palabras de
Iglesias nos parece escuchar a la Pasionaria pero en un tiempo sin revolución,
sin guerra civil y sin movimiento obrero. Podemos, al lado de Ciudadanos es, en
su ideología y en su estructura, un fantasma del pasado.
La
ruptura con la geometría clásica
izquierda-derecha ya se viene anunciando desde hace algún tiempo, aunque de
modo intermitente, en la política europea. Cuando aparecieron los Verdes en
Alemania su retórica heredada de la izquierda estudiantil no podía ocultar que
sus demandas eran esencialmente conservadoras. Del mismo modo, Solidarnosc en
Polonia, representaba al movimiento obrero, pero era anticomunista, y en gran
parte rendía culto a la tradición católica de su país.
A
ese nuevo lugar situado “más allá de la izquierda y la derecha” pertenece
Ciudadanos. No deja de ser interesante mencionar que también la líder
indiscutida de Europa, Angela Merkel, es tildada por sus adversarios de derecha
como izquierdista y por los de izquierda como derechista. Lo mismo ocurre con
Albert Rivera en España. Al igual que Merkel, y a diferencia de los políticos
tradicionales de su país, Rivera no es un líder de inflamadas oratorias, no se
dirige a las masas ni busca protagonismo medial a todo precio. Su estilo es más
bien reflexivo, sus proposiciones son concretas y realizables. No se aparta ni
un segundo de la realidad inmediata.
Ahora
bien, precisamente la imposibilidad para medir a Ciudadanos con los parámetros
clásicos de izquierda- derecha, ha hecho posible que el partido de Rivera sea
el único de España que está en condiciones de formar coaliciones con las otras
tres fuerzas del espectro político si las condiciones así lo determinan. Los
tres partidos restantes, PP, PSOE y Podemos, temen, y con razón, a Ciudadanos.
Pero al mismo tiempo –esto es más importante todavía- los tres se mueren por
tenerlo como aliado. Si eso no es hegemonía, no existe la hegemonía
Por
supuesto, nadie está diciendo que ha aparecido un partido-Mesías. Al estar
formado por seres humanos quebradizos como son los de todos los partidos, lo
más probable es que Ciudadanos arrastre consigo antiguos vicios que existen en
la política desde que hay política. Lo único que aquí se quiere remarcar es que
estamos frente a una novedad cuyos límites probablemente no terminan en España.
No
son pocos en verdad los países que necesitan con urgencia de un partido como
Ciudadanos. Y no solo en Europa.
13.10.15
13.10.15