Pedro Campos (desde La Habana) - EL PAPA FRANCISCO Y SUS CRÍTICOS CUBANOS


Desde luego, todo cubano, no importa donde esté, tiene el derecho a pensar como lo estime sobre los acontecimientos en Cuba y a mirar a los demás y a los hechos relacionados de acuerdo con la capacidad de su visión o la calibración de sus lentes, y los demás tienen derecho a compartir o no esas visiones. Mis respetos para todos.
Y henos aquí frente a la tercera visita de un papa a Cuba en unos pocos años cuando en toda la historia anterior de Cuba no habíamos tenido ninguna. Es suficiente evidencia de la importancia que concede el Vaticano a este pequeño archipiélago del Caribe, a sus moradores y originarios en general.
Algunos critican a Bergoglio sus constantes referencias a los pobres y sus insatisfacciones con los sistemas mundiales de dominación, sus declaraciones que les parecen muy izquierdistas, sus reformas y acciones en el seno de la Iglesia, o su prólogo de algún libro donde se mencionan beneficios sociales que alcanzó el pueblo cubano en sus luchas por mejorar sus condiciones de vida y que algunos se atribuyen, como si hubieran tenido ellos el don de multiplicar panes y peces.
No es posible establecer una relación de dependencia entre las angostas modificaciones introducidas por Raúl Castro y la influencia de la Iglesia en las mismas, pero es indiscutible que en los últimos años ha estado jugando algún papel en las mismas. Para algunos ha sido una simple pantalla, para otros algo más.
Pero lo que nadie podría discutir es el papel mediador del papa Francisco en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU, uno de los eventos políticos de mayor trascendencia en el mundo en lo que va de año y del cual espera muchas cosas buenas el pueblo cubano.
Este papa bien pudiera venir a "pasar revista" a ese acontecimiento con el cual quedará históricamente relacionado. No por pura casualidad de Cuba se va a hacia EE UU.
El papel reconciliador de la Iglesia, sin duda alguna, ahí está claramente expresado. También quisiéramos que nos ayude en la reconciliación interna, es verdad.
Algunos opositores no concuerden con ese restablecimiento, como igual rechazan toda eventual conversación o diálogo con el Gobierno. Pudieran no compartir la reconciliación, las políticas de diálogo, la misericordia y el perdón que promueve la Iglesia católica como parte de la convivencia social. También tienen derecho a ello.
En este contexto cabe hacer referencia a posiciones que estamos defendiendo en una parte de la izquierda democrática cubana. Y es que el primer punto de la plataforma "Por un amplio movimiento político de la izquierda democrática cubana", levantada por los tres grupos que hicieron el llamado, precisa:
"La creación de un ambiente de distensión y concordia que lleve al establecimiento de un Diálogo Nacional inclusivo, al reconocimiento de las libertades fundamentales; a una nueva Constitución fruto de la creación y discusión colectivas y horizontal del pueblo cubano, aprobada luego en referendo; a una nueva ley electoral democrática, y al establecimiento de un Estado moderno de derechos con plena transparencia funcional e informativa, bajo control popular, con autonomías municipales, presupuestos participativos en los diferentes niveles y el sometimiento a referendo de las leyes que afecten a todos los ciudadanos. En fin la República Democrática humanista y solidaria, con plena justicia social, donde rijan integralmente los principios consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la que quepamos todos".
Desde estas posiciones damos la bienvenida a todo lo que ayude a la creación de ese clima.
¿Alguien duda que Cuba hoy necesite un ambiente de distensión y concordia que nos lleve a ese diálogo constructivo y gestor de condiciones para un amplio proceso de democratización? ¿O todavía alguien cree que puede alcanzarse la democratización por otros medios que no le sean afines?
¿Alguien no desea ese proceso de democratización para Cuba?
Y cabría preguntarse quién está en mejores condiciones de influir para hacer realidad la concreción de ese ambiente que a casi todos los cubanos convendría. ¿Figuras como el papa Francisco en su acercamiento al Gobierno cubano o aquellos que desde la oposición desdeñan y hasta tratan de ridiculizar los esfuerzos de la Iglesia católica y de sus figuras por tratar de ayudar, precisamente, a la creación de ese clima imprescindible?
La respuesta es obvia, pero debe quedar expresa: el papa Francisco está en mejores condiciones de influir a favor de la democratización en Cuba, por su política de acercamiento al Gobierno, que quienes le critican desde la oposición.
Que su acción resulte en respaldo a la continuación del actual Estado autoritario, intransigente, o en influencia positiva a favor de los cambios graduales que desea una inmensa mayoría, es cuestión que la práctica misma ha venido ya mostrando.
En política cada cual dice y hace desde la posición que se ha dado a sí mismo, pero hay posiciones desde las cuales se puede conversar, dialogar, negociar y conseguir resultados, y existen otras que dificultan o imposibilitan, que alejan y dividen.
Cada cual es libre de escoger su posición política, su actuar, que no es lo mismo que la ideológica, pero no espere recoger los mismos frutos. En todas partes no hay la misma tierra fértil, no hay la misma humedad, no hay el mismo sol y desde luego no están los mismos cultivadores y cosecheros.
Escoja cada uno como referirse al papa y a sus gestiones en Cuba: recoja cada cual lo que siembre.
Desde las posiciones de un socialismo participativo y democrático, que contempla muchos aspectos coincidentes con la doctrina social de la Iglesia católica, esperamos que la próxima visita del papa Francisco pueda contribuir a que en nuestro país se cree ese clima de distensión y concordia que propicie otros desarrollos democráticos por el bien de todos los cubanos.
De hecho, ya su venida está contribuyendo, con la reciente liberación por el Gobierno de más de 3.500 sancionados por diferentes delitos. Ojalá también logre estimular cambios en las leyes que impidan tanto preso y arbitrariedad.
Bienvenido a la llave del Golfo, papa Francisco. Que tenga usted una feliz estancia y que se cumplan con éxito sus expectativas.