Desde
un punto de vista cuantitativo poco ha cambiado en el escenario político griego.
Después de las elecciones del Domingo 20 de Septiembre de 2015, Syriza, el
partido de Alexis Tsipras, obtuvo en contra –una vez más– de las encuestas, un
cómodo 35,5 % superando con facilidad a
su principal contendor Nueva Democracia (28%).
Desde
el punto de vista cualitativo hay, sin embargo, cambios decisivos.
Por
de pronto Syriza ha llegado a ser un partido dependiente del liderazgo de
Tsipras. Más que en el programa electoral, la razón del rápido avance
experimentada por el partido en los últimos días pre-electorales hay que
buscarla en las grandes concentraciones públicas en las cuales el indiscutido
líder desplegó todo su talento disuasivo a fin de atraer el llamado “voto
joven”.
Alexis
Tsipras ha logrado cambiar el carácter político de Syriza en un muy leve
periodo. En las elecciones de Enero,
Syriza emergió como el partido de las
grandes reformas sociales en contra de la llamada troica (CE, BCE y FMI) y del “imperialismo” de
Ángela Merkel. En las de Septiembre, Syriza apareció en cambio como “el partido
social del tercer rescate”, adoptando una clara línea europeísta. De este modo
lo que estaba en juego en las elecciones de Septiembre no era la pertenencia de
Grecia a la EU, sino la posibilidad de llevar a cabo el tercer rescate sin
sacrificar demasiadas conquistas sociales.
La
elección tuvo lugar así entre dos opciones del tercer rescate. Una de tipo
social representada por Syriza y otra de tipo tecnocrático representada por ND.
En ese sentido, resulta evidente que el candidato Vanguelis Meimerakis,
presidente de ND, cometió un error táctico al anunciar que ND estaba de acuerdo
en formar un gobierno de coalición con Syriza Esa proposición fue rechazada en
términos enfáticos por Tsipras. Así, gracias a su oposición a ND, Tsipras logró
asegurar la identidad de izquierda de su partido, hecho que le permitió
remontar en los últimos tramos antes de la elección.
No
obstante la de Syriza no es la misma izquierda de las elecciones de Enero. La
versión actual es la de una izquierda más orientada hacia el centro político.
Incluso su cohabitación gubernamental con la derecha nacionalista (ANEL) la
obligará a social-democratizar aún más su programa de acción.
Uno
de los grandes perdedores de las elecciones de Septiembre ha sido entonces el
radicalismo de izquierda. La magra votación obtenida por Unidad Popular, la
fracción ultraizquierdista escindida de Syriza, habla por si sola. Si a ello
sumamos el hecho de que PASOK no ha podido levantar cabeza, habiendo sido
superado por los nazis de Aurora Dorada, será posible afirmar que Syriza ha
llegado a ser la nueva socialdemocracia griega del siglo XXl.
Syriza
ya no es el partido de la polarización sino una alternativa de estabilidad.
Como
suele suceder con los partidos antropomórficos, el cambio de Syriza fue el
resultado de la transformación personal de Alexis Tsipras. El ayer líder
irredento se ha convertido en un breve lapso en dirigente de una izquierda
centrista y, por si fuera poco, en un interlocutor serio frente a la EU y los
demás gobiernos europeos. Para la EU y para Grecia, una muy buena noticia.
Buena
noticia también es que el tan temido desplazamiento masivo hacia la derecha
fascista no ha tenido (todavía) lugar en Grecia. Cierto es que el 7% de Aurora
Dorada no es poca cosa, pero los pronósticos auguraban que en un ambiente generado por la crisis
migratoria –la que afectará a Grecia tanto o más que a muchas naciones
europeas- los neo-nazis obtendrían una votación grandiosa. Los electores dieron
sin embargo pruebas de cordura, las que se hicieron incluso presentes en la
inesperada entrada al parlamento de la Unión de Centristas de Vasilis Valendis
a los cuales Tsipras junto a lo que queda del PASOK podrá tener en cuenta en el
futuro en caso de que las exigencias de sus actuales socios nacionalistas
(ANEL) se tornen desmedidas.
Hollande
y Merkel pueden estar, sino felices, por lo menos contentos. Hollande está a punto
de ganar a un nuevo socio socialista y Merkel ve coronar sus esfuerzos
orientados hacia una mayor estabilización política de Grecia.
La
luz que viene desde Grecia no es por cierto radiante. Apenas menguante. Pero al
fin y al cabo Selene (la Luna) diosa de la luz en la mitología griega, solo
puede brillar en medio de la oscuridad.