Desde su adolescencia, Neftalí Ricardo Reyes Basoalto decidió cambiar su nombre. El nombre elegido, Neruda, lo había encontrado por azar en una revista y era de origen checo; no sabía que se lo estaba usurpando a un colega, un lejano escritor que compuso hermosas baladas y que posee un monumento erigido en el barrio de Mala Strana de Praga.
El poeta chileno había recibido el don de la creación artística y había publicado en pequeñas revistas y diarios de Chile.
Su nacimiento como poeta fue en la Araucanía de bosques y lluvia de cataratas septentrionales. Quizás Macondo se puso a llover sin parar cuando supo que en aquel distante paraje el agua venía por meses enteros; y en casi toda nuestra América ocurría lo mismo. Neruda decía que la lluvia caía como largas agujas de vidrio, interminablemente, y el poeta transfiguraba el hecho natural en melancólica poesía que se quedó en sus ojos y su canto.
Cuando llega a Santiago es para seguir la carrera de profesor de francés, pero su obra había tomado otro rumbo y, desde 1924, iniciaba la composición de los poemas recogidos después en su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en 1924.
Lo llamaba desde esa época la actividad política y se unió a la Federación de Estudiantes para hacer contactos con el movimiento anarquista. No descuida su tarea de escritor y al poco tiempo edita Crepusculario, en 1922.
Las dificultades económicas no le impidieron continuar la búsqueda de su liberación plena. Al abandonar sus estudios, su padre le retiró toda ayuda material, y fue detrás de un cargo diplomático. Sin embargo. Todo lo que obtiene, en 1927, es un destino consular en Rangún, Birmania.
Debe seguir su andariego itinerario y pasea y trabaja en el oriente asiático. De allí saldrá lo que para muchos es su obra más compleja: La primera Residencia en la tierra, libro confesional y hermético que habla en el lánguido tono de su voz, de la soledad y la muerte. Seguido por este poemario y escrito en la misma época de desarraigo, publica la Segunda Residencia en la Tierra, con el mismo tono melancólico de búsqueda ontológica y exclusión del entorno.
Quizás el poema: ‘Entrada en madera’, de la segunda Residencia, resuma el sentimiento que dominaba al poeta en su exilio:
“Caigo en la sombra, en medio
de destruidas cosas,
y miro arañas, y apaciento bosques
de secretas maderas inconclusas,
y ando entre húmedas fibras arrancadas
al vivo ser de substancia y silencio.”
La palabra es fundación del rito por cuya virtud se obtiene la fusión de selva y madera: “dulce materia, oh rosa de alas secas.” El poeta se confunde en esencia con la materia:
“…y hagamos fuego y silencio, y sonido,
Y ardamos, y callemos, y campanas.”
La poesía de Neruda en la estancia asiática es nocturna, de silencio y búsqueda de sí mismo y del mundo extraño que lo rodea. Tiempo para la esperanza:
“¿Qué esperanza considerar, qué presagio puro,
qué definitivo beso enterrar en el corazón,
someter en los orígenes del desamparo y la inteligencia,
suave y seguro sobre las aguas turbadas?”
(Significa sombras, de Residencia en la Tierra I)
Dámaso Alonso ha resumido el ideario poético de Neruda en su residencia en el oriente lejano:
“Los ojos del poeta, incesantemente abiertos, como si carecieran del descanso de los párpados (‘como un párpado atrozmente levantado a la fuerza’), ven la lenta descomposición de todo lo existente en la rapidez de un gesto instantáneo, como las máquinas cinematográficas que nos exhiben en pocos segundos el lento desarrollo de las plantas.”
(Poesía y estilo de Pablo Neruda)
&
Los cargos diplomáticos le venían bien para situarse en los lugares donde su poesía pudiese desplegarse con la libertad necesaria, la que exige la contemplación del mundo. Asume funciones consulares en Barcelona, bajo la responsabilidad del Cónsul General de Chile en España. Siempre cerca de los conflictos humanos, está en España durante la guerra civil de 1936. El asesinato de Federico García Lorca en Granada, el verano de 1936, al comienzo de la guerra, lo afectó tanto que en sus memorias confesaría: «... la guerra de España, que cambió mi poesía, comenzó para mí con la desaparición de un poeta». Por su apoyo a la República fue destituido del cargo consular. Cuando se acercaba la derrota de la República se editó España en el corazón, poema que hará parte de Tercera residencia. De individualista y hermética, su poesía pasará a ser mucho más comprometida social y políticamente.
ODA A FEDERICO GARCÍA LORCA
(Fragmento)
‘Si pudiera llorar de miedo en una casa sola,
si pudiera sacarme los ojos y comérmelos,
lo haría por tu voz de naranjo enlutado
y por tu poesía que sale dando gritos.
Porque por ti pintan de azul los hospitales
y crecen las escuelas y los barrios marítimos,
y se pueblan de plumas los ángeles heridos,
y se cubren de escamas los pescados nupciales,
y van volando al cielo los erizos:
por ti las sastrerías con sus negras membranas
se llenan de cucharas y de sangre
y tragan cintas rotas, y se matan a besos,
y se visten de blanco.’
si pudiera sacarme los ojos y comérmelos,
lo haría por tu voz de naranjo enlutado
y por tu poesía que sale dando gritos.
Porque por ti pintan de azul los hospitales
y crecen las escuelas y los barrios marítimos,
y se pueblan de plumas los ángeles heridos,
y se cubren de escamas los pescados nupciales,
y van volando al cielo los erizos:
por ti las sastrerías con sus negras membranas
se llenan de cucharas y de sangre
y tragan cintas rotas, y se matan a besos,
y se visten de blanco.’
En los años de la guerra española (1936 -1939), Neruda ha cambiado su poesía y es ahora un canto elegíaco al dolor y la muerte, y también a la gloria a la que aspira el ser humano en el papel de combatiente. Para la revista Caballo Verde, en 1935, escribe un texto en prosa en el que dirige su mirada hacia la impureza de los seres humanos: “Sobre una poesía sin pureza”. El tema es el hombre desnudo de adornos, con las herramientas de lucha como único soporte:
“La confusa impureza de los seres humanos se percibe en ellos, la agrupación, uso y desuso de los materiales, las huellas del pie y los dedos, la constancia de una atmósfera humana inundando las cosas desde lo interno y lo externo (…) Así sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina y azucena, salpicada por las diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la ley. (…) Una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos”
El compromiso político en Neruda no tiene el tinte ideológico del materialismo marxista. No puede negarse que el poeta ha recibido la influencia marxista después de 1936, y sin embargo su ideario poético no se confundió con la doctrina del materialismo histórico que los investigadores sitúan en un estadio temporal posterior al llamado materialismo poético. Para el poeta chileno, el materialismo del Canto General lo es de verdad, pero en sentido poético: La materia es inagotable y el canto desea abarcar lo infinito e inagotable. Neruda es un poeta totalizador que aspira a abrazar todas las expresiones dispares de la existencia. Lo hará luego en Odas Elementales (1954) y Nuevas Odas Elementales (1955), y lo ha proclamado directamente: “Soy omnívoro de sentimientos, de seres, de libros, de acontecimientos y batallas. Me bebería todo el mar.”
Al finalizar la guerra española en 1939, Neruda fue designado cónsul para la inmigración española derrotada en el conflicto bélico. Viajó a París y organizó una expedición de españoles con destino a Valparaíso, mientras él se quedó en Francia.
Su regreso a Chile fue en 1940, cuando ya había comenzado la Segunda Guerra Mundial. Pronto estará de nuevo en su andanza para llegar a México y ejercer en ese país el cargo de Cónsul General de Chile en México. Nuevas otras poéticas nacen de esa permanencia en México y luego Cuba, donde publicó su poemario: América, no invoco tu nombre en vano, incorporado después al Canto general.
Con este canto universal Neruda ha conseguido dignificar a la poesía social, haciendo de ella un instrumento de lucha, un cauce para realizar experimentos poéticos de corte social. Es una poesía "impura", aquella que destacó el poeta en su artículo para la revista Caballo Verde, en 1935. Aquí la circunstancia aparece redimida por la indudable calidad literaria de esta creación distinta de Neruda.
Canto general es el gran poema épico de América que abraza comarcas y montañas, hábitos y sacrificios. Es también crónica del quehacer americano, historia de un continente. Guardando diferencias esenciales, el poema de Neruda pudiera tener semejanza con el canto clásico de las Silvas americanas de Andrés Bello. Canto General ha conseguido un extraordinario equilibrio entre lo heroico y lo mitológico, como corresponde a un poema épico, y nos presenta la realidad percibida de un modo dramático por el poeta.
Don Andrés Bello se refirió a La Araucana, y estas fueron sus palabras: “Chile es el único de los pueblos modernos, hasta ahora, cuya fundación ha sido inmortalizada por un poema épico”.
Esas palabras de Andrés Bello hubieran podido estar dirigidas al gran poeta americano, chileno universal, para afirmar sin equívocos que Neptalí Reyes es digno continuador de don Alonso de Ercilla. El Canto General es una epopeya chilena y americana de proyección universal: El poema de la tierra americana y de los afanes del hombre, dotado con alto sentido humanista.
AMÉRICA, no invoco tu nombre en vano.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor del azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantado en sangre de tu herencia.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor del azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantado en sangre de tu herencia.
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La actividad política no pudo desplazar a la poesía que era él mismo. Neruda era acción y pasión, y era el paisaje que rodeó su infancia:
“Bajo los volcanes, junto a los ventisqueros, entre los grandes lagos, el fragante, el silencioso, el enmarañado bosque chileno (…) Es un mundo vertical: una nación de pájaros, una muchedumbre de hojas.”
El mundo entero ha celebrado a Neruda y su magna obra. Los carteros llevan la correspondencia a su casa y copian sus poemas de amor; todos hemos amado en la juventud con sus veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pero también Neruda ha despertado la conciencia de América ante los atropellos de alguna casta, y ha mirado con ternura la tristeza del indígena.
En un capítulo de su obra póstuma: Para nacer he nacido (1978) nos ha dejado su confesión de amor a Nosotros los indios:
“El inventor de Chile, don Alonso de Ercilla, iluminó con magníficos diamantes no sólo un territorio desconocido. Dio también la luz a los hechos y a los hombres de nuestra Araucanía. Los chilenos, como corresponde, nos hemos encargado de disminuir hasta apagar el fulgor diamantino de la Epopeya. La épica grandeza, que como una capa real dejó caer Ercilla sobre los hombros de Chile, fue ocultándose y menoscabándose. A nuestros fantásticos héroes les fuimos robando la mitológica vestidura hasta dejarles un poncho indiano raído, zurcido, salpicado por el barro de los malos caminos, empapado por el antártico aguacero.”
&
Luís Pastori, poeta venezolano (1921), fue amigo cercano de Pablo Neruda. Compartieron experiencias poéticas y gustos comunes. Con el título de “Desagravio a Pablo Neruda”, nuestro poeta Pastori compuso para él este soneto clásico:
DESAGRAVIO A PABLO NERUDA
(A Jóvito Villalba. Este Neruda, tan vertical sobre la móvil tierra.)
(Lizardo Zía)
I
Este Pablo del aire enrarecido
-Neftalí por desgracia del bautismo –
sacude entre sus manos el abismo
donde América gime sin gemido.
Como un arco de tosco pacifismo,
de pie, sobre luz, viene tendido:
Puede hablarle al demonio en el oído
o hacerse oír de Dios, que no es lo mismo.
Guardador de las llaves del infierno,
también tiene en sus manos el invierno
y una gaviota moribunda y fría,
desciende de un pastor o de un profeta
y está siempre vestido de poeta,
este Neruda de Lizardo Zía.
II
No haya voz que le altere el sustantivo
pastoral, de canícula y cebada:
Sólo está en su gramática salada
como el puño del mar, alzado y vivo.
Sólo está con el tiempo. Y en su archivo
guarda un lúbrico origen de cascada
junto al sol que le vio en la madrugada
soplar de pronto su huracán de arribo.
Tiene del pueblo lo que el pueblo quiera:
el suplicio, la talla, la cantera
o la lengua de azúcar y jengibre.
Suena a su paso el acordeón del agua,
y es la chispa sangrienta de la fragua,
cuando la fragua fragua el hierro libre.
III
Aquí estás otra vez entre tu gente,
Neruda, por la tierra arborecido,
Neruda, por el aire en el gemido,
Neruda, por el agua, indiferente.
Neruda sin traición y combatiente,
Neruda de la oveja y su balido:
Neruda del pulmón recién parido:
Aquí estás otra vez entre tu gente.
Deja las manos en su sitio ahora,
sacude la garganta anunciadora,
lanza tu flecha de violento Apolo
y márchate hacia el cielo que te aclama
con la ira de Dios y con la llama
que enciende el pueblo cuando no está solo.
&&&
(A Jóvito Villalba. Este Neruda, tan vertical sobre la móvil tierra.)
(Lizardo Zía)
I
Este Pablo del aire enrarecido
-Neftalí por desgracia del bautismo –
sacude entre sus manos el abismo
donde América gime sin gemido.
Como un arco de tosco pacifismo,
de pie, sobre luz, viene tendido:
Puede hablarle al demonio en el oído
o hacerse oír de Dios, que no es lo mismo.
Guardador de las llaves del infierno,
también tiene en sus manos el invierno
y una gaviota moribunda y fría,
desciende de un pastor o de un profeta
y está siempre vestido de poeta,
este Neruda de Lizardo Zía.
II
No haya voz que le altere el sustantivo
pastoral, de canícula y cebada:
Sólo está en su gramática salada
como el puño del mar, alzado y vivo.
Sólo está con el tiempo. Y en su archivo
guarda un lúbrico origen de cascada
junto al sol que le vio en la madrugada
soplar de pronto su huracán de arribo.
Tiene del pueblo lo que el pueblo quiera:
el suplicio, la talla, la cantera
o la lengua de azúcar y jengibre.
Suena a su paso el acordeón del agua,
y es la chispa sangrienta de la fragua,
cuando la fragua fragua el hierro libre.
III
Aquí estás otra vez entre tu gente,
Neruda, por la tierra arborecido,
Neruda, por el aire en el gemido,
Neruda, por el agua, indiferente.
Neruda sin traición y combatiente,
Neruda de la oveja y su balido:
Neruda del pulmón recién parido:
Aquí estás otra vez entre tu gente.
Deja las manos en su sitio ahora,
sacude la garganta anunciadora,
lanza tu flecha de violento Apolo
y márchate hacia el cielo que te aclama
con la ira de Dios y con la llama
que enciende el pueblo cuando no está solo.
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