Jorge Luis Borges - LOS JUSTOS
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Carlos Germán Belli (Perú) - SEGREGACIÓN N. 1
(a modo de un pintor primitivo culto)
Yo, mamá, mis dos hermanos
y muchos peruanitos
abrimos un hueco hondo, hondo,
donde nos guarecemos,
porque arriba todo tiene dueño,
todo está cerrado con llave,
sellado firmemente,
porque arriba todo tiene reserva:
la sombra del árbol, las flores,
los frutos, el techo, las ruedas,
el agua, los lápices,
y optamos por hundirnos
en el fondo de la tierra,
más abajo que nunca,
lejos, muy lejos de los dueños,
entre las patas de los animalitos,
porque arriba
hay algunos que manejan todo,
que escriben, que cantan, que bailan,
que hablan hermosamente
y nosotros rojos de vergüenza
tan sólo deseamos desaparecer
en pedacitos.
No me preguntes de quien es.
Yo- no- lo- sé. No, no estoy aquí
para construir magias ni leyendas.
Nunca te diré, sería una locura
creer que Dios es un fulano dictando
cada una de las letras de mis
(supongamos) poemas. Por supuesto, no.
Pero escucha. De pronto tengo
la impresión de que yo no soy
el que escribo, es una voz, sí,
te lo cuento, no te enojes por favor,
una más bien femenina, una voz
caliente y completamente desnuda:
es la voz que da forma, sentido y ritmo
a todo lo que pienso, digo o sue ño.
Una voz que a veces suena áspera
desde el fondo de la tierra y otras
veces tan dulce, desde algo parecido
a una luna negra. Y otras, ¿escuchas?
es solo una hoja seca arrastrada por el viento
Sí: Es una voz: Pero no es mi voz (1).
Pie de página
(1) Creo que fue mi amigo Mires
quien en su siempre confuso estilo
escribió una vez que la poesía
es la flor en capullo que aparece
justo en el punto medio situado
entre el principio de la eternidad
y la crisis terminal de la psiquiatría.