Fernando Mires - MADURO Y LAS ELECCIONES DE ESPAÑA


No es la primera vez que acontecimientos ocurridos en un país latinoamericano juegan un rol activo en la política de un país europeo. La revolución cubana fue en los sesenta un símbolo de los movimientos estudiantiles. El golpe de Estado en Chile levantó olas de solidaridad en los setenta. Los sandinistas encandilaron el tercermundismo europeo en los ochenta.
No debe extrañar entonces que la “revolución bolivariana” también tenga repercusiones en Europa. Pero esta vez en sentido negativo. Pocas veces un gobierno latinoamericano ha sido mirado con tantas desconfianza en Europa como el de Maduro. Sin el propósito de comparar a Maduro con Pinochet –son fenómenos muy distintos– lo cierto es que desde la época del dictador chileno ningún gobierno latinoamericano ha provocado tanta aversión en la política europea como el de Maduro.
A diferencias del joven Fidel Castro quien supo llegar al corazón de las socialdemocracias, a Maduro lo rehuyen como gato con tiña. Cierto, Pinochet tenía a su Thatcher así como Maduro a su Putin. Pero las “amistades peligrosas” en lugar de abrir puertas suelen provocar portazos.
Lo dicho es importante: Pocas veces un gobierno latinoamericano ha tenido tanta incidencia en un país europeo como Maduro en las elecciones comunales del 24. 05. 2015 en España.
Por de pronto, Maduro se convirtió en el mejor colaborador del PP y de Rajoy.
Cuando el tema de la corrupción arreciaba y el desprestigio del PP era enorme, Maduro insultó al gobierno hispano acusándolo de conspiración y terrorismo. La reacción de la opinión pública española no se hizo esperar. Una cosa es que la oposición ataque a su gobierno y otra es que ese gobierno sea atacado por otro gobierno. Rajoy, sin mover un dedo, logró que incluso sus contrarios lo apoyaran frente a las agresiones de Maduro.
Aún más agradecidos con Maduro deben estar los del PSOE. El desastre electoral que se les avecinaba parecía imparable. Pero a última hora, gracias a Maduro, el PSOE logró frenar la crisis. Más allá de que Felipe Gonzáles ha sido siempre un político comprometido por los derechos humanos, Maduro le brindó la posibilidad de matar a tres pájaros de un tiro.
Primero: al asumir la defensa de Leopoldo López y Antonio Ledezma, González devolvió al PSOE una parte de su identidad democrática perdida gracias a la complacencia de la fracción Zapatero-Moratinos.
Segundo: logró desplazar al PP y sobre todo a Aznar como actores principales en la lucha por la democracia internacional.
Tercero: logró descolocar a Podemos desatando una controversia interna entre “duros”, cuyas filiaciones con el gobierno de Venezuela son evidentes, y “centristas” que buscan una expansión de tipo socialdemócrata.
Naturalmente, el rol de Maduro no fue determinante –elecciones comunales no pueden ser ganadas con temas internacionales- pero sí, influyente. La crisis del PSOE es estructural y el espacio que ha encontrado Podemos para transitar es muy grande. Podemos obtuvo una alta votación, pero no fue apoteósica como podría haber sido si el “factor Maduro” no hubiera intervenido en su contra.
No se sabe bien si son solo los cubanos quienes aconsejan a Maduro. Lo que sí se sabe es que su gobierno pasará a la historia como uno de los que más esfuerzos ha hecho para trabajar en contra de sí mismo.