(Viernes de la Poesía) Osvaldo Monsalve - ANDORRA, LA VIEJA

.



Que no se le escape nada. 
Que no quede un solo acto sin derecho a manifestarse.
Cualquiera que sea (como su visita reciente a esa Andorra),
constituirá coherente ese todo suyo,
recorrido por esa savia divina y potente...

No estaba en su intención de ir y fue tan solo porque su hija inició Marzo con su matrimonio civil en la embajada de Andorra.   Aún no se daba cuenta de que ese era un nuevo rendez-vous con la luz que no cesa.

Ya, desde su introducción gradual por el contrafuerte de “Les Corbières” y luego por los Pirineos mismos, se le anunciaba ese territorio, aparte y único, por mas que él supiera por la jerga de la Pintura, que todo y cada elemento que se presenta a su espíritu, es aparte y es único también.

Llegados dificultosamente a la cumbre fronteriza, por una nieve copiosa azotando, les esperaba descender alegremente en ese gran circo que se desplegaba entre variados macizos pirenaicos, dejando transcurrir ese pequeño y escondido país que en forma de V discurre en el fondo del valle en una sola ruta-nervio espinal de ese mundo.  Serpenteando y espejeando, según el querer de ese grave relieve...

Gravedad originada en esa blancura de la nieve, haciendo resaltar estentórea, esa oscuridad de la roca.  Gravedad en medio de ese silencio apacible, provinciano.  Pero, un provincialismo que era contradicho por esa sociedad de consumo tan urbana; así como también por la ausencia de un tipo social-étnico predominante!..

Pero había allí otra cosa,

era como una gravedad más antigua, enraizada en el paisaje, más primordial en suma.  Él la sentía como saliendo, rupestre, del interior de la montaña, al deslizar por la cantidad de galerías y de túneles, que unen ese país con la Francia y con la España.  Eso le trajo el recuerdo de todas esas pinturas, no lejos de ahí, prehistóricas, que se pueden visitar en Niaux, en el Ariège francés y en las cercanías...

Así, él miraba en todo ese entorno de montañas que le rodeaba, tan obscuras e impenetrables en apariencias. 

¿Por qué no imaginar que ellas estaban todas provistas de grutas, galerías y cavernas profusamente decoradas?

Por otra parte, cuando quiso saber del porqué de ese nombre calificativo de ese país, “la Vieja”, la evidencia era categórica, a pesar de su ambigüedad administrativa:  se trataba de su identidad inmediata y geológica, remontando a la era prehistórica pirenaica.  Era, es ese país, para el resto del mundo, un territorio perdido, una humanidad escondida, que deja a la soberbia de las viejas monarquías de Francia y España, ocuparse de su protectorado.  Lo que explica por qué los ingleses allí no se impusieron.

Esa su obscura apariencia, oculta tal vez una grandiosa luminosidad escondida. 

Para ello, basta con rememorarse esa vivencia única, esa de contemplar esos dibujos y esas pinturas y trazas murales subterráneas a la luz de lámparas o antorchas en Niaux, en Lascaux o en Altamira... ¿Por qué no?  Desde el momento que la imaginación lo concibe, todo puede ser.  Esas posibles entradas se habrán borrado con el tiempo tal vez.  Serán encontradas algún día o no serán encontradas nunca, pero la sola posibilidad imaginada, ya es suficiente...


PAUSA LUMINOSA:

                           Todo se manifiesta al Ser que se expone a la Luz, promete Pablo, pero que también todo Ser se manifestará en la Luz es implicado:  He aquí este territorio nuestro de la noche de los Tiempos, cuyo ser permanece al abrigo de la luz, aun no manifestada, todavía.