Dijo Dylan
Thomas:
“la poesía es un
faisán que desaparece en la maleza”
Podría haber
dicho lo mismo del amor
o incluso de la
vida y de sus tantas imitaciones.
¿Cuántos faisanes
hay en cada vida?
Puntos inciertos,
voces repentinas, ojos de mariposas
aleteando como niñas locas en horizontes plagados
de átomos y
neutrones sin órbita pero circulando
alrededor de la
luz triste de una mirada sin pupila
de una mujer que
entra y sale por la puerta de mi alma.
Somos de la vida
el faisán, su poesía, su maleza y
esa cosa rara,
tan radicalmente rara que es la vida.
También esa
sonrisa y esa mano que selló en la tuya
un recuerdo
horrible, pero a la vez inolvidable.
No sé si vale la
pena decirlo, pero algo tuvo que ver
el faisán de
Dylan Thomas con el punto corrido de una media.
O quizás fue solo
la noche cuando estalló en la luna ciega:
La obra sombría y
la gracia divina de la simple mala suerte.