Ese hombre cansado que no soy yo
entró campante a la librería Thalia
como lo hacía siempre antes yo
con el objetivo confeso de encontrar un
rostro
conocido, si no amigo, que lo acogiera
desde
sus ojos hasta llegar al nudo ciego de su
cara
Alguien que cultivara libros
y flores de dudoso origen
para después beber en sorbos
las gotas ardientes de café melita
mirando las puntas de las tetas
de la chica vestida de azul y acero
de la chica vestida de azul y acero
La chica ex azul ex acero del ex bar
de la casi ex librería Thalia,
Hoy, una vieja con mirada de loca,
analizó con tristeza hueca y piadosa
a ese hombre cansado que no soy yo
Dijo que un café frío es lo poco que tenía
para ofrecer a alguien tan cansado como yo
Dijo “es lo único que dejó con cierta
vida
Amazon. com cuando masacró a la librería”
Todo lo demás, así me dijo, ya no es más:
Solo un rumor de crisantemos
morados, tú los ves
“El tiempo es un cementerio” dijo entonces
ese hombre cansado que no soy yo
Y así fue, te lo juro, sentí que me iba
con el tiempo y volando como un pelícano
aterrado, frente a la cercanía vacía pero
viviente, evidente e innegable del
invierno.