Fernando Mires – Europa: ¿EL FIN DEL BIPARTIDISMO?



Cuando la prensa repite con insistencia una frase se corre el riesgo de que esta sea convertida en verdad inapelable, algo así como decir la tierra es redonda. Gran parte de la responsabilidad corre a cuenta de periodistas ingeniosos quienes al inventar titulares que “pegan” han llegado a marcar periodos históricos. Temo así que en los textos de historia, 2015 aparecerá como el año en el cual terminó el bipartidismo europeo sin que nadie se hubiera hecho la pregunta si ese bipartidismo alguna vez existió.
Bipartidismo implica el primado de dos partidos alternándose el poder durante un periodo más o menos largo, como por ejemplo en los EE UU. Pero si miramos el mismo caso norteamericano podemos percibir que si bien allí hay dos partidos dominantes, al interior de cada uno existen diversos proyectos los cuales aparecen a flote en las primarias las que por lo general suelen ser más vibrantes que las propias elecciones gubernamentales.
En la mayoría de los países regidos por la geometría izquierda- centro- derecha, se supone que el orden político deberá ser tripartidista. Sin embargo, ese tripartidismo suele tomar, no solo en Europa, la forma de bipartidismo ya que el centro se encuentra generalmente representado por la centro-izquierda y la centro-derecha las que, como en el caso alemán, pueden llegar a formar una gran coalición, hecho que no excluye el surgimiento de otra alianzas a nivel regional y comunal.
Ahora, y dicho al revés: no es excepcional que el funcionamiento de la forma bipartidista requiera de una estructura tripartidista y -cuando no es alcanzada una mayoría- pluripartidista. En el mismo caso alemán el rol del tercero fue cumplido durante años por los liberales (FDP) quienes pese a que casi nunca llegaban al 10%, formaban parte de gobierno con uno u otro de los dos grandes: CDU/CSU y SPD. De este modo, el FDP se convirtió en el partido clave, rol que hoy intentan ocupar los Verdes con relación a la SPD, estando todavía en juego la incorporación de Die Linke (la izquierda), hecho que ya está teniendo lugar a nivel regional.
En Inglaterra en cambio, el esquema 2 contra 1 puede ser cumplido ocasionalmente por los liberales frente a los laboristas o los conservadores. Es decir, tripartidismo puro el que, ante la arremetida de un cuarto, el partido xenófobo y antieuropeo UKIP (25% en las últimas elecciones) podría llevar perfectamente a un orden político en donde la combinación 3 contra 1 deberá imponerse como necesidad histórica, a saber, la de preservar el espacio común a los tres partidos democráticos
Algo similar puede suceder en Francia, país en donde el bipartidismo es solo ficción. En la práctica, desde la aparición del Frente Nacional de los Le Pen, existe en Francia un orden político dividido en tres franjas. En efecto, si es difícil que el Frente Nacional pueda gobernar alguna vez solo, es lo suficientemente fuerte para imponer condiciones a la UMP de Sarkozy y/o para determinar grandes alianzas históricas entre la centro izquierda socialista y la centro derecha (UMP). Además, a diferencias de España donde tendrá lugar una competencia feroz entre dos partidos socialistas (PSOE y Podemos) en Francia dicha lucha ha comenzado, aunque al interior del propio partido socialista (socialistas “liberales” contra socialistas “sociales”)
Lo que sí es evidente es que el tema del fin del bipartidismo ha alcanzado plena actualidad con las elecciones griegas y la aparición de Podemos en España.
En Grecia, Syriza logró la quiebra de la coalición dominante, poniendo fin al bipartidismo histórico. Pero la última palabra no ha sido escrita. O Grecia será gobernada por un mono-partidismo (con la derecha nacionalista o no) o, desde la oposición se produce una regeneración del PASOK y de Nueva Democracia estableciéndose así un orden político tripartidista (si los nazis de Aurora Dorada continúan creciendo, por ejemplo)
España no es, sin embargo, Grecia. Por de pronto nadie sabe todavía si el auge de Podemos se mantendrá en el tiempo. Si es así, tendrá lugar una lucha a muerte entre el PSOE y Podemos por la disputa de un mismo espacio (izquierda y centro izquierda). El panorama se complica con la aparición del partido Ciudadanos de  Albert Rivera, partido que apunta a la construcción de una derecha social, depurada de herencias post-franquistas y del áurea de corrupción que acompaña al gobierno Rajoy. Luego, si todas la tendencias cristalizan asistiremos a la generación de un orden político tetra-partidista.
Al llegar a este punto es posible extraer dos conclusiones. La primera: no es muy cierto que el orden bipartidista esté llegando a su fin, entre otras cosas porque, salvo en Grecia y España, ya no existía en casi ningún otro país del continente. La segunda: en Europa está teniendo lugar un proceso de reestructuración de las formaciones políticas surgidas en la post-guerra. Hecho natural y comprensible. Ningún partido puede arrogarse el monopolio de la dominación política por una eternidad, mucho menos si tomamos en cuenta que estamos viviendo tiempos caracterizados por el surgimiento de tendencias múltiples, difíciles de ser disciplinadas solo en torno a dos partidos. Tiempos que no son en ningún caso post- políticos como frivolizan algunos sociólogos. Todo lo contrario, los que vivimos y sobre todo los que vienen, serán tiempos muy, muy políticos.
Nuevas apariciones, no solo en política, suelen ser perturbadoras. Son, permítaseme la comparación, como los vientos surgidos como consecuencia de desplazamientos de masas de aire producidos por el calentamiento de la atmósfera. En algunos lugares son simples brisas. Pero en otros, aparecen tifones y huracanes. Ahora, el estudio de la política, así como el de la meteorología, debe orientarse hacia las zonas de equilibrios inestables. Las de equilibrios estables carecen de interés.
La condición existencial de la política es su propia inestabilidad.