Los resultados de las elecciones parlamentarias de
Ucrania no pudieron ser mejores para la causa de la libertad, de la democracia
y de la independencia de la nación.
El bloque representado por el presidente Petró
Poroschenko alcanzó un 23 % de la votación. El Frente Popular del primer
ministro Arseni Yatseniuk llegó muy cerca, con un 21,3%. Entre ambas fuerzas
suman más del 44% de la votación general. El bloque democrático, europeísta y
anti-anexionista, ha triunfado definitivamente.
El gobierno asegura su estabilidad a mediano
plazo, aunque deberá contar con la oposición del bloque ultra-nacionalista. Los
radicales de Oleg Liashkó, al que las encuestas daban una gran votación, alcanzaron
el magro porcentaje de un 6,4%. Los nacionalistas extremos de Svoboda, un 6,3%;
y el partido populista Patria de la ex líder Yulia Timoschenko, 7,6%. Los
comunistas, los únicos y más fieles aliados electorales de Putin, quedarán
fuera si no alcanzan el 5%, y hasta el momento parece que no lo alcanzarán.
Los tres grandes perdedores son
1) El Partido
de las Regiones del desplazado presidente Yanukovich que, después de haber sido
mayoritario en el país, alcanzó a duras penas el 7,6%.
2) Los
separatistas que apostaron a una enorme abstención (que no se produjo) y, sobre
todo,
3) Vladimir
Putin, quien tuvo que presenciar desde la televisión como definitivamente sus
aliados dentro de Ucrania forman una extrema minoría.
Todo eso significa que el anexionismo ruso no solo
deberá ser dirigido de ahora en adelante en contra de la soberanía territorial
de Ucrania sino, sobre todo, en contra de un orden democrático establecido,
consolidado y electoralmente legitimado en el país.
Las revueltas que en el 2013 comenzaron exigiendo la
europeización de Ucrania han recibido el acta de legitimación política que
desde el primer momento exigieron. Si hasta antes de las elecciones
parlamentarias los separatistas apoyados desde Moscú eran presentados como
“luchadores antifascistas” por la televisión rusa, hoy nadie podrá ocultar que
Putin y sus mercenarios luchan en contra de una mayoría democráticamente
establecida.
La revolución social y popular iniciada en la
plaza Maidán en diciembre de 2013 ha triunfado políticamente.
Putin les quitará el gas, los ucranianos
entumecerán de frío, pero nadie les podrá arrebatar este momento en el cual
lucharon por su independencia haciendo uso del instrumento más democrático
conquistado por las luchas políticas: el derecho a voto: El derecho a elegir
sus propios representantes sin injerencia externa. Putin tiene las armas
militares y económicas, el ejército ucraniano es solo una fuerza simbólica,
pero la legitimación política reside en el bloque democrático, nacional y
popular representado en estos momentos por Porochenko y Yatseniuk.
Mas, independientemente a los resultados, lo más
importante es que en Ucrania ha habido elecciones. Si antes estaba en juego la
soberanía geográfica, las elecciones han asegurado la soberanía política del
país.
Es cierto: a través de las elecciones Ucrania se
ha mostrado ante el mundo como un país políticamente soberano pero dividido.
Pero ahí justamente, en esa división, reside la fuerza de la democracia política.
La democracia, en efecto, funciona mucho mejor
cuando hay división política. Cuando no hay división, la democracia queda a
merced de quienes se apoyan en la mayoría para ejercer la dominación total. La
división y no la unidad es la condición de ser de la democracia. Eso quiere
decir que si el bloque de Porochenko hubiera alcanzado la mayoría absoluta como
una vez la alcanzó Yanukovich, la democracia estaría más en peligro que ahora.
El exitoso, aunque no grandioso resultado del bloque democrático, lo obligará
en cambio a continuar luchando por mantener su mayoría, o, en el peor de los
casos, a realizar alianzas políticas, como debe ocurrir en todo orden
democrático.
El imperio ruso ha perdido muchos puntos políticos
en Ucrania, no hay duda. Pero eso no servirá de nada si Europa no acoge a
Ucrania en su espacio económico, político y cultural. No hay ninguna razón para
no hacerlo. Más aún: si no es ahora, no será nunca. Frente a una Europa unida y
frente a la causa de la mayoría del pueblo ucraniano, el expansionismo ruso
estará perdido. Pero si Europa cede, aunque recurra a la mascarada de débiles o
incumplidas sanciones impuestas a Rusia, Putin recuperará Ucrania. Y no
precisamente con medios políticos.
Faltan solo cinco minutos para las 12, hora de
Ucrania.