Anton Julian, VERSOS DI-VERSOS








A LOS CRISTOS DE LA TIERRA

ser en un punto incierto, el separante
no es asunto exótico ni demencial
en el fondo es lo que somos, los escindidos:
una raya que parte dos espinas en cada ojo

entre la tierra y, supongamos, el cielo
late el tema ontológico y botánico
de toda poesía humana y vegetal
porque seamos justos un momento

si se trata de escribir sobre los muslos
el pubis, los pechos de marfil
los senos de cuarzo y los no sé cuanto más,
es más honesto irse a putas de una vez

mi dilema es otro: o somos los centuriones
romanos que hundieron el clavo de la cruz
en el exacto punto medio del universo
o somos los coronados, los cristos de la tierra

Los abandonados, los desgraciados, los malditos
Los pobres de espíritu, los desventurados
Los viudos, los vagos, los leprosos, los piojosos
Los que nunca resucitarán entre los muertos



AHÍ VAN LAS MUJERES, AHÍ VAN

Van ahí las mujeres
a saltos, repicando,  
a lo largo de la calle
y con los ojos encendidos

las mujeres ahí van
como si cantaran a la vida
en sus diversos colores
y  en sus múltiples aromas

ahí van las mujeres
riendo como si el mundo
y sus sangres y sus guerras
no fuera más que una broma

¿adónde van las mujeres?
pregúntale a las mujeres
solo las mujeres saben
adonde van las mujeres



TENER O CREER

Hay quienes creen que lo tienen
Pero no lo tienen
Hay quienes creen que no lo tienen
Pero sí lo tienen
Nadie lo lleva en una estrella en la frente
Ni en una insignia prendida en el pecho

Pero a veces aparece
En la risa de una muchacha de abril
En la última rosa virgen del verano
En la mirada ausente del borracho
En la luz que parió a la noche
Y en dos besos musitados por el rostro
de una mujer muda pegada a la ventana

Entre el tener y el ser existe
la misma diferencia que separa
al saber del conocer. Así es.



SOBRE GUSTOS HAY MUCHO ESCRITO

Te gusta pensar
en la luz que nadie sabe desde
donde desciende y te ilumina
y sueñas que algún día unirás digitalmente
tus pocos pelos con el color del cielo

Te gusta contemplar
el vuelo de la golondrina de invierno,
a la mariposa viuda del verano
al rayo de sol que no termina de ser,
al puerto sin mar y al árbol sin hojas

Te gusta creer
en la infinitud de la brizna de pasto
en un más allá que te aguarde y te guarde
en un encuentro con los idos y los muertos
y  en la reconciliación de los malos con los buenos

Te gusta escuchar
Desde la ventana de tu torre y asomado
El taconeo presuroso de las mujeres en celo
Las cúmulos oscuros que acosan cada día
Y al amor jadeando desde la puerta trasera 

Te gusta imaginar
la pluma caída desde la nube volando
la  palabra que arrancó de la boca del mudo
la multiplicación de los peces, el espanto del mar
y el regreso triunfal de las furias y las penas