Fernando Mires, TODOS HABLAN DE GRECIA. YO TAMBIÉN



El Domingo 17 de Junio de 2012 tuvieron lugar las segundas elecciones griegas en las cuales se impuso la posibilidad de una coalición de centro-derecha. El Lunes 18 subieron las acciones en casi todos las bolsas del mundo. El Martes 19 volvieron a bajar. Según los periódicos, después de la euforia inicial, los accionistas “descubrieron” que el principal problema no estaba en Grecia sino en España. No obstante -en eso están de acuerdo casi todos los comentaristas- el principal problema político de Europa estaba en Grecia.
Pocas veces ha quedado tan clara la compleja inter-determinación  que se da entre economía y política. ¿Cuál determina a cual? ¿El huevo o la gallina?  Dejemos que la vana discusión prosiga hasta el cansancio. Por el momento vale la pena centrar la atención en el tema de las elecciones griegas. Pues nunca imaginó Alexis Tsipras -el joven y simpático líder de la “izquierda radical” (Syriza)- que de su, hasta hace poco casi desconocido nombre, iba a depender el destino de la economía mundial.
No es necesario ser mago para saber lo que habría sucedido si Tsipras hubiese obtenido un porcentaje mayor de votos. La UE habría negado el rescate bancario. Grecia habría abandonado la zona del euro. El pánico habría cundido como peste entre los inversionistas. Las bolsas se habrían transformado en manicomios. Cientos de bancos, cuya vida pende de un hilo, habrían quebrado de una sola vez. Y los chinos – ¡ah!, esos chinos- habrían desacelerado las inversiones, desatando una catástrofe de dimensiones planetarias.
Mas, afortunadamente, los griegos son gente sabia. No por casualidad inventaron la filosofía, la lógica, la dialéctica, la política y unas cuantas cosas más. De modo muy civilizado asistieron a las urnas y quizás sin saberlo, salvaron, por el momento, al mundo. “Por el momento”, repito con aprendida cautela.
Al día siguiente, Lunes 18, los titulares de casi todos los periódicos trascribían estupideces como las siguientes: “Grecia votó por el Euro”, “Grecia votó por el rescate”. Y no faltó el iluminado que escribió: “Grecia votó por Ángela Merkel”. A ninguno se le ocurrió que los griegos habían votado por Grecia. Pues la verdad, cuando los ciudadanos votan, lo hacen antes que nada por su familia, por el lugar donde habitan, por su polis, por sus ideales y por sus intereses. En ese sentido los griegos, como en toda elección, enfrentaban una alternativa propia; y esa era: una nación mal gobernada o una nación ingobernable.
Sin pasión ni entusiasmo los griegos eligieron la mala gobernabilidad por sobre la ingobernabilidad e hicieron bien al optar por una frágil coalición formada por los conservadores de Nueva Democracia (30%) el PASOK (12,3%) y el “apoyo crítico” de Democracia de Izquierda (6,2%). El temido Syriza, aunque perdió (27%), ganó. A partir de Junio es el principal partido de oposición y, por lo mismo, sus posibilidades de seguir creciendo aumentarán considerablemente.
¿Qué es Syriza? Antes que nada, no es un partido. Es un conglomerado en donde tienen cabida los restos de una antigua izquierda cuyos grupos (trotskistas, maoístas, eurocomunistas) se detestan mutuamente pero hoy, gracias ese oscuro deseo de poder que habita en cada político, han decidido unirse. A ellos se suma una multitud policlasista formada por “ecologistas”, “feministas”, “antiglobalizadores”, “rabiosos” e “indignados”. En gran medida toda esa multitud que ya no soportaba la ineficacia y corrupción del PASOK, pero que tampoco quería ser gobernada por los banqueros de “Nueva Democracia”.
¿Virará la futura Grecia más hacia la izquierda? Probablemente así será. En ese punto Grecia no se diferencia de la mayoría de los países de Europa. Vaya usted adonde vaya, gana -no importando si es de derecha o de izquierda- la oposición. Incluso los nazis griegos repitieron el mismo porcentaje de la votación anterior (7%) sólo por estar en la oposición. Así, estoy seguro que, si en cualquier país de Europa los monos estuvieran en la oposición, la gente votaría por los monos.
Ni Rajoy en España, ni Samarás en Grecia, ganaron por ser conservadores sino por ser de oposición. Hollande tampoco ganó por ser socialista sino por ser de oposición. La altísima votación de Syriza fue obtenida no por las ideas radicales del talentoso Tsipras sino por ser de oposición. Y si la coalición roja-verde de Alemania gana las próximas elecciones, no será por su política frente a la crisis –la verdad, no tiene ninguna- sino por ser de oposición. En tiempos de aguda crisis financiera caen gobiernos como peras de un peral.
En el caso de Grecia, la caída del PASOK fue aún más estruendosa que la del PSOE. Probablemente el PASOK nunca volverá a ser lo que fue, toda vez que Syriza emerge como sucesor del antiguo partido social-populista. En ese caso, en medio de la tragedia, cabe una cierta alegría. El PASOK, que fuera una vez el partido de los trabajadores griegos, debido a su larga permanencia en el poder llegó a convertirse en un Partido-Estado al estilo de los “partidos socialistas” del mundo árabe o del antiguo PRI mexicano o del peronismo argentino. De este modo Syriza hereda del antiguo y corrupto PASOK un gran capital político ¿Sabrá ponerse Syriza a esa altura? 
Que el escepticismo –gracia divina- sea esta vez permitido.